jueves, 29 de octubre de 2015

Cuarta Sesión de Rebelión en la granja




Si las reglas de lo que se considera bueno y aceptable cambiaran constantemente, me sentiría timado, desconfiado, enojado, receloso con las personas que toman dicha decisión. Muy seguramente lo harían para tener más control sobre las personas, como sucedió en la Granja Animal, y como sucede en países en los cuales se quiere tener vigilados a sus ciudadanos. 

Los grupos de animales crean normas para generar adhesión y tener mayor probabilidad de supervivencia. Se dice que los grupos con normas tienen más posibilidades de sobrevivir. Por consiguiente, la sociedad sólo puede subsistir cuando se eligen normas que regulen en comportamiento de las personas. Y cada cultura determina que es excéntrico, trasgresor, antisocial, criminal. 

Se supone que existen leyes para generar una “sana” convivencia entre las diferentes personas que forman un grupo, pero en muchas ocasiones son utilizadas para saltarse a las mismas. Todos sabemos historias de personas que han cometido faltas a la ley y andan de viaje, felices porque encima les devolvieron sus millones. Se supone que todos somos iguales ante la justicia, pero, hay que decir que: “Todas las personas somos iguales, pero algunas personas son más iguales que otras”.

Me parece que tener malas leyes es peor que no tener ninguna, pues muy seguramente estas malas leyes serían utilizadas para oprimir a las demás personas, bajo el argumento de que se está haciendo uso de algo en lo que todos estuvieron de acuerdo, como en la historia.

La memoria nos permite echar un vistazo hacia el pasado y analizar lo que ha ocurrido en nuestro país, familia, en el mundo. Solamente podemos saber cómo es el humano, cuando miramos lo que ha hecho a lo largo de la historia.

También se dice que hay que mirar al pasado y aprender de los errores que se han cometido, para que en un futuro próximo o en el presente, no se repitan. Del pasado se debe de aprender algo. La humanidad siempre debe de ir mejorando y no empeorando.

Conservar la memoria familiar es tan importante como la de un país; la primera, nos permite saber de donde venimos, quienes son nuestros familiares, nuestros orígenes. Tener una base histórica que todos necesitamos; la segunda, nos permite ver los acontecimientos –amañados en ocasiones- que marcaron el rumbo de nuestro país; nos permite ver las injusticias que están marcadas en la sociedad, los asesinatos que quedaron impunes, la manipulación, la propaganda que repartían los medios: “Todo va bien, no se preocupen. Debemos aprender de todo ese conocimiento y sabiduría, con el fin de ser mejores y ayudar a que nuestro país mejore. Así, aunque nos digan que son un nuevo partido, sabemos que son los mismos. Algunos no olvidamos.

Los cerdos sabían que sus antiguos camaradas necesitaban tener esperanza para seguir trabajando duro. Pues éstos habían empezado a dudar de que las cosas hubieran mejorado. Por ello permitieron que el mentiroso predicador de Moses, escupiera sus falacias de Monte Azúcar. Trabajen duro esta tierra para los opresores, que en Monte Azúcar no habrá hambre, trabajo. Todos seremos felices. ¡Vaya falacia!

Al final los demás animales no pueden diferenciar  a los cerdos de los humanos, ya que ambos actuaban y se veían iguales. Incluso, los cerdos son peores que los humanos. Tanto que los humanos pensaban implementar el sistema de Granja Manor: poco alimento, mucho trabajo.


Un sistema de adoctrinamiento que funciona correctamente tiene varias tareas, algunas de ellas bastante delicadas. Uno de los objetivos son las masas estúpidas e ignorantes. Deben mantenerse así, desviadas con hipersimplificaciones emocionalmente potentes, marginalizadas y aisladas. Idealmente todo el mundo debería estar ante la pantalla del televisor viendo deportes, culebrones o comedias… (2010, Marina).


Rebelión en la granja.

Este libro lo leí hace algunos años. Estaba en un montón de libros en la casa y lo tome porque la ilustración y el titulo me llamaron la atención. Por aquel entonces no sabía mucho sobre las atrocidades que habían cometido los que se decían ser socialistas. Más tarde me puse a investigar y  me entere. Varios sentimientos se despertaron dentro de mí. Me enojé ante la injusticia, el engaño, la explotación, la ignorancia; me entristecí al ver el destino que les esperaba a los animales (y a los humanos), al ver que las cosas se repetían, que no cambiaban.

Sin embargo, también despertó en mí unas ganas de querer saber más sobre la historia del mundo y de mi país. Descubrí cosas que te hacen maldecir a los humanos, que te conmueven, que te hacen no quedarte callado, pero hay otras que te hacen pensar que se puede, o que se intenta cambiar.  

Lo cierto es que el socialismo no cometió los crímenes, abusos, atrocidades, los cometieron los hombres-cerdos. Tal vez sea como lo dijo Romain Gary, quien lucho como piloto contra Alemania, expresó la siguiente frase: “Lo que hay de criminal en el alemán es el hombre”.





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