Todas las cosas en el
universo están en constante cambio, nada se mantiene igual para siempre. Hasta
aquello que nos parece colosal, sucumbe a la transformación, quedando solamente
reducido a nada. Vida y muerte se mantienen entrelazadas, danzando una melodía,
cada cual con su vestido de gala. Ambas se necesitan, porque de lo contrario, el
equilibrio, frágil ya, se rompería.
Es maravillosa la
explicación que le da el zorro al Principito. Pues tiene su propia definición
sobre la “domesticación” de los seres vivos, de la forma en que se crean los
lazos afectivos. Y lejos de ser un proceso que busque la adaptación de unos por
encima de otros, nos habla sobre la necesidad de compartir y que nos compartan amor. El sentirse amado
es tan esencial como respirar o beber agua. Y cuando éste falta, es como si
estuvieras incompleto.
Los lazos afectivos que
vamos creando las personas con otras, no surgen de la noche a la mañana. Pues se
requiere de tiempo y dedicación para ir
descubriendo a cada mujer u hombre. Es precisamente esto, lo que nos va a permitir
fortalecer los vínculos o destruirlos. Además, las relaciones humanas suelen
ser más complejas, o se complican, porque se abusan de las palabras, en lugar
de observar y de sentir. Ah, por cierto, parte de la vida consiste en dejar atrás
relaciones afectivas, para dar paso a otras. Entonces descubrimos nuevas formas
de amar, porque el amor muta con nosotros.
Hay personas con las que nos
cruzamos en la vida, que, se convierten en amigas y maestras. Nos enseñan o nos
recuerdan cosas. En ocasiones ellas no lo saben. Sin embargo, el haberlas
conocido tiene un significado profundo, que altero nuestro mundo, mejorándolo.
El principito se topo con una de ellas.
Sí. Las personas dejamos de
hacer cosas vitales por ahorrarnos un poco de tiempo. Esto se debe a que vivimos
en una época, en donde el ritmo de vida es muy acelerado. En ocasiones nos
faltan horas para terminar nuestras actividades, por varios factores: las horas
laborales y su productividad, el tráfico, el tiempo de traslado, el cansancio y
demás cosas; que hacen que al final del día, nos quede muy poco tiempo para
hacer ejercicio, comida, educar, planchar, lavar, comer, dormir, socializar,
divertirnos, relajarnos. Y, por consiguiente, le robamos un poco de tiempo a
las cosas vitales.
El Principito ha “domesticado”
a su rosa y, por ello, ella ya es diferente
a las demás. Ella necesita de él y él de ella, porque ambos son únicos y
se quieren. Además, él le dedicó tiempo
a su rosa, el cual creo lazos afectivos fuertes entre ambos. De ahí, entonces, que
las rosas de la Tierra parezcan simples y vacías.
Lo que embellece a las cosas,
las personas y los paisajes, no es lo que podemos ver de ellos, eso es
solamente su cascara; lo que los embellece, es lo que hay en su interior, lo
que nos han enseñado, el valor que nosotros les hemos dado.
Hay comidas que pueden ser
preparadas con los más sofisticados ingredientes, por personas altamente
capacitadas y, que pueden ser realmente buenas. Sin embargo, no se pueden
comparar a las comidas preparadas por alguien a quien quieres, porque éstas
tienen circunstancias que le dan otro valor, ya que no solamente alimentan el
cuerpo, sino que también alimentan nuestro ser.
El
principito es un libro maravilloso, que me hizo reflexionar sobre
distintas circunstancias por la que atravesamos las personas y, que de una
forma u otra, cambian nuestra percepción sobre la vida.
El libro hace referencia a
la soledad por la que atraviesan hombres y mujeres, habiendo millones de
personas en el mundo. Sin embargo, no es tan fácil encontrar a alguien con
quien hablar de cosas en común, que entienda la manera en como ves al mundo y,
que tú entiendas su manera de ver al mundo.
Mientras lo leía, fue
asombroso sentir como removía fibras sensibles que tenía guardadas. También fue
bueno reencontrarme con recuerdos almacenados en mí memoria. Amigos y seres
queridos que hace mucho tiempo no veo, pero que aún guardo pedacitos de ellos. Personas
que conozco en el presente, a las cuales quiero y, que han permitido que
conozca un poco de su mundo. Un poco de su tesoro.
Todas las cosas, personas,
animales y paisajes que significan algo para nosotros, tienen un tesoro guardado.
Esto es lo que hace que sean bellos. Tal y como lo dijo el zorro: “Lo esencial
es invisible a los ojos”