viernes, 27 de noviembre de 2020

Segunda sesión de La feria de las tinieblas


 


Tengo dos impresiones, con respecto al vendedor de pararrayos, por un lado, creo que se trata de un personaje esotérico que vende sus productos “preparados”, por el otro, bien se podría tratar de un enganchador, un “palero”, que trabaje para la feria.

 

El señor Will es un hombre triste, uno, porque carga con el peso de tratar de ser bueno, dos, porque piensa mucho las cosas, tres, porque una y otra vez vuelve sobre sus errores, sobre su pasado, sobre sus heridas, cuatro, por la falsa idea de la perfección, cinco, por no correr riesgos, por siempre buscar la seguridad.

 

El papá de Will ve en el trozo de hielo unos mechones de cabello, una estatua, la mujer más hermosa del mundo, la misma vida que se derrite ante sus ojos.

 

Siendo que el papá de Will es una persona consiente de su propia maldad, mal, oscuridad, es capaz de detectarla cuando se encuentra en el aire, en el ambiente, en un volante de feria. Por lo anterior, por cierto, es que decide no mostrárselo a su familia, como una especie de escudo

 

Jim quita el pararrayos de su tejado por la aventura, por el gusto, para alardear, para retar a la tormenta.

 

La principal diferencia entre los dos amigos, Will y Jim, se puede percibir en que el primero es más cauto, piensa más las cosas, mas cerebral, mientras que el segundo es más visceral, más intrépido, quiere crecer más rápido. Lo anterior provoca que se complementen, esto al generar un equilibrio.

 

Creo que en un inicio, movido por sus ansias de aventura, de alarde, de crecer más rápido, Jim se siente atraído por el mundo que se desarrolla en la feria, por el señor Dark, pero conforme se van desarrollando los hechos, se va dando cuenta de que el abismo no es lo que esperaba, que corre peligro, trata de alejarse de la corriente que lo arrastra.  

 

Los amigos corren tras Cooger para deducir sus planes, para corroborar, a través de los ojos, que no es el sobrino de la señorita Foley, para comprobar que no fue una ilusión lo que vieron (la marcha hacia atrás del tiempo), para alertar a la señorita Foley.


domingo, 15 de noviembre de 2020

Primera sesión de la Feria de las tinieblas


 


Considero que, generalmente, solemos asociar la magia con los niños, ya que creemos que debido a que su cerebro es más plástico, que su forma de pensar no está tan estructurada, que dan rienda suelta a la imaginación, que su mente es menos rígida, es posible que ésta florezca, se presente.

 

No existe una fórmula que garantice que los adultos no podamos ser engatusados por personajes mágicos, falacias, teorías, productos. No obstante, los años, las experiencias, la razón, la educación, en teoría, nos permiten ser más críticos.

 

Existen un buen número de historias en las que por medios mágicos un adulto cae en problemas, un caso que se me viene a la mente es el de la película “El increíble castillo vagabundo” (Howl no Ugoku Shiro) de Miyazaki, en donde la protagonista, una joven sombrerera, es transformada en una anciana, por lo que, tratara de romper la maldición.

 

A los adultos nos produce ansiedad, temor, incomodidad, falta de certeza, aquello que no entendemos, aquello que ignoramos, por lo que nos inventamos toda clase de historias fantasiosas, paranormales, inverosímiles, que llenen el hueco.

 

Con respecto al tema de la magia, por cierto, creo que solamente se puede dar en cuentos, historias, series de televisión, películas, en la imaginación. No obstante, si alguien decide creer que ésta se encuentra presente en nuestra realidad, tampoco es que me rasgue las vestiduras, que pretenda erradicar dichas ideas, por mucho que me produzca escozor.

 

Creo que para poder aceptar que hay cosas que están fuera de nuestro alcance sin amargarnos, sin quejarnos toda la vida, se necesita suficiente autoconocimiento, autoexploración, chambear en uno mismo, entendimiento de las limitaciones, amor propio.

 

Algunas de las cosas de las que más gente se arrepiente son: no haber expresado sus sentimientos, no haberle dicho a alguien que la quería, no haberse dado cuenta de su potencial, no haber puesto todo el empeño en los estudios, haber causado daño a la gente que querías, amabas, no haber madurado a tiempo, vivir sin menos miedos.