El sistema en el que vivimos ha
creado todo un molde de lo que es y cómo se debe comportar un “hombre”. Cuando
una persona no adopta dicho molde, enseguida despierta la suspicacia de sus
similares, quienes empiezan a cuestionar su hombría, su virilidad, generando,
además, que a la persona en cuestión se moleste y humille.
También, a propósito, cuando una
persona pertenece a un grupo, necesariamente, se tiene que sumergir dentro de
la dinámica de éste, ya que si no lo hace, el grupo lo excluirá y lo atacara,
en mayor o menor medida, como en el caso del capitán Rojas.
Dentro de la historia que estamos
leyendo se puede “ver” que el escritor se burla y critica varios aspectos de la
sociedad peruana (se puede aplicar a otras sociedades), por ejemplo, la doble moral
de las fuerzas armadas y de la sociedad, lo conservador del pensamiento, la obsesión
de algunos personajes, la falta de ética, los estereotipos y prejuicios, el lastre llamado ignorancia, entre otros,
desde luego. Pues bien, no podía dejar de lado al fanatismo religioso, el cual
está presente en muchas sociedades y se alimenta de la pobreza tanto intelectual
como económica para prosperar cual enfermedad amazónica. El fanatismo es muy
peligroso porque vuelve a las personas manipulables, les quita la capacidad de
razonar, crea mundos idílicos que sólo pueden existir en la imaginación. A propósito,
en Iquitos, Perú, en la orilla del rio Amazonas, verdaderamente, se encuentra
establecida una secta religiosa llamada la Asociación Evangélica Misión
Israelita del Nuevo Pacto Universal, por si ocupan.
En el texto ocurre una fuga entre
Maclovia (visitadora) y Teófilo (miembro del ejército, acontecimiento que generaría
consecuencias para los dos, para la primera, es inmediatamente despedida del
grupo de las visitadoras pues una mujer casada no debe de tener esos
comportamientos, se debe dedicar al cuidado del hogar y de los hijos, debe de
cuidar las apariencias, debe de comportarse moralmente, debe de corregir el
rumbo del pecado, para el segundo, el desobedecer ordenes en el ejército es sinónimo
de castigo, el cual puede ir desde un correctivo hasta prisión militar como le
ocurre.
El Sinchi es un personaje-locutor
que se sabe adaptar a las corrientes caudalosas de las situaciones. Si alguien
no está de acuerdo con él, primero, recibe una advertencia, entiéndase, le pide
plata, y si no le da importancia la persona en cuestión, es casi seguro, la
atacara con argumentos, muchas veces, difamatorios, y utilizando un discurso
que apele a las emociones de sus escuchas. A este personaje no le interesa
saber si una situación está bien o no, lo que realmente le importa es sacar
algún beneficio, porque, como él dice: “de aire no se vive”.