jueves, 23 de marzo de 2017

Cuarta sesión de El banquete




Analizando el texto podemos encontrar que hay tres ingredientes esenciales para el autor, la comida, el sexo y el misterio, esta última característica se ve reflejada, claramente, en el ocultamiento del verdadero nombre de la circasiana. De esta manera el narrador le pone un halo de misticismo al personaje-asesino, al mismo tiempo que la divide en dos, ya que la circasiana se comporta de manera diferente a como lo haría Armida, como nos enteramos por la carta. Es como si al adoptar otro mote, por cierto, asumiera otra personalidad.
La verdad es que, en primer lugar, la mayoría de mis pistas iban encaminadas hacia El Moro y sus arqueros, sin embargo el personaje de la circasiana despertó mi sentido arácnido, había algo en el personaje que me intrigaba, la seducción que infringía en los demás, los embelesaba, por ello le seguí la pista muy de cerca (resalté párrafos del pdf), pero no encontré pruebas palpables.

La descripción del banquete, considero, fue diseñada para brindar hasta el más minucioso detalle con el fin de que el lector se imaginara aquellas exquisiteces de su tiempo, además de que busca impresionar por la calidad y la magnitud. Todo estaba preparado para lucirse, en pocas palabras. Sin embargo lo que no me gustó, y por lo que no me hubiese gustado estar allí es porque, de hecho, había guerras de comida, había personas orinando y defecando y vomitando,  había palomas vivas dentro de algunas preparaciones (me imaginaba que dentro de dichas preparaciones las palomas se estaban cagando del miedo). Me gusta que la comida tenga buen aspecto y buen sabor, pero también que esté limpio el lugar en el que como.

Creo que la literatura cada vez más y más ha roto la cerca en la que se encontraba encerrada tradicionalmente, el ambiente intelectual, hombres en su mayoría. Vale la pena decir que algunas mujeres, en su tiempo, tuvieron que firmar con seudónimos masculinos, disfrazarse, que el esposo firmara sus textos. Ni que decir de la clase trabajadora.
Bien, así como en algún tiempo la lectura y la escritura sólo estuvieron reservadas para los escribas y para personas de la elite, ahora cualquier persona puede escribir sobre lo que le venga en gana (hasta la legión de los idiotas como decía Eco), algunas tiene el don o lo han cultivado, claro, con disciplina, y sus textos son joyas, mientras que otros producen verdaderas porquerías, cosas banales, estupideces.

El banquete

El libro inicia con la primicia de que se celebrará una boda de alcurnia, de la alta sociedad, entre Isabel y Gian, para la cual se tiene previsto una gran comilona, de ahí el nombre del libro. Pero antes de que suceda dicho banquete, una serie de asesinatos, romances fugaces, y muchas comidas, claro, con especias, azúcar y agua de rosas, tendrán lugar.
Considero que la lectura tiene puntos positivos, no obstante sentí que en ocasione la trama se cortaba abruptamente por la excesiva descripción de las comidas. Asimismo, sentí que las escenas en las que después de la comida surgían momentos de seducción, orgias, eran un tanto inverosímiles, ya que después de comer, por lo menos a mí, me dan ganas de dormir, el mal del puerco, pues. También sentí que el cierre fue un tanto flojo, ya que de acorde a la magnitud del evento, a propósito, hubiese sido mejor que aquel evento terminara con espectacularidad, ya saben, acción.


jueves, 16 de marzo de 2017

Tercera sesión de El banquete



El discernimiento utilizado para meter dentro de la historia a un embajador –culto según la época- y a un cocinero, según el síndrome de Zuckerman que padezco, el cual se caracteriza por atribuir elementos de la vida del autor a la historia, tiene que ver con que, por un lado, los cocineros son sumamente admirados por el narrador ya que es un fanático de la gastronomía, por el otro, necesitaba aun personaje influyente y con cierta cultura y avispado  que se moviera con libertad y con contactos dentro del entorno en donde corren los rumores.  

Los dos detectives han llegado a la conclusión, debido a las habladurías que han logrado escuchar, y no de hechos concretos, de que cuatro sospechosos son en potencia el asesino serial, sin embargo, creo que, casi siempre, hay alguien que escapa al radar, alguien que no es evidente. Por ejemplo, primero, me llama la atención que el asesino se comporte con cierta culpa, compasión por su victima, casi casi como si se disculpara, dos, las victimas muestran señales de estar en un trance, en un encantamiento, seducidos, tres, los muertos conocían y confiaban en su asesino, cuatro, las escenas montadas con los cuerpos están diseñadas para atraer la atención y decir: “estoy limpiando el camino para perpetrarme en el poder”. Si El Moro quisiese eliminar amenazas, por cierto, lo haría de manera menos obvia.

Considero que la escena de los esclavos y las prostitutas, en el fondo, es espantosa y desgraciada, ya que se da en un ambiente en decadencia, desigualdad de condiciones, de explotación y privaciones. A los esclavos apenas y se les alimentaba, por lo que estaban en los huesos, se les azotaba por cualquier cosa, si se enfermaban, muerte, si se equivocaban, muerte, si se revelaban, muerte, vivían encadenados entre mierda y piojos y orines y vómitos y olores desagradables, basta decir que no les pagaban, extrañaban a sus familias y sus lugares de origen; ni que decir de las prostitutas que, a diferencia de Melita, ya estaban en el ocaso de sus vidas, proporcionando una visión grotesca. 

Maese Stefano charla con sus camaradas de distintos temas, vale la pena decir,  en un lugar en el que se siente seguro, en la cocina-sótano. Desde allí puede tener controlado todo a su alrededor, desde flancos hasta el personal, porque lo conoce de sobra, gobierna sobre aquel lugar.

viernes, 10 de marzo de 2017

Segunda sesión de El banquete



Al ir avanzando en la lectura podemos inferir que los 800 invitados a la boda (más, menos), en el fondo, tienen en común que son de la crema y nata de la sociedad, la élite, ocupan puestos de poder, comparten uniones de sangre, alianzas políticas y estratégicas, además de que muchos de ellos/ellas son bien parecidos y ostentosos.
Ahora bien, considero que para el narrador era importante que los invitados tuvieran estas características, primero, porque es una novela que retrata los rituales de la aristocracia, de la burguesía de aquellos años, segundo, porque dichas características son el arquetipo de dichas personalidades.

Bien, creo que hay escritores que introducen a individuos reales en ficciones porque, en primer lugar, la “realidad” y la ficción no son entes separados,  sino que se complementan; en segundo lugar, es una forma de alterar, en cierta forma, la linealidad del tiempo y de la historia; por último, es interesante “ver” cómo se comportan dichos personajes en diferentes contextos, cambiando las variables.
Desde luego que he leído algunas novelas históricas, en este momento  recuerdo: El corazón de piedra verde de Salvador de Mandaraiga, El reino de este mundo de Alejo Carpentier,  Los pasos de López de Jorge Ibargüengoitia.

El porqué se ofrece un banquete en lugar de repartir entre los asistentes unas monedas de oro, tiene que ver con la cuestión, de hecho, de que en la realización de éste hay un mensaje intrínseco que se quiere mandar a los invitados. Pues con dicha comilona se estaba mandando un desafío a los milaneses, lanzado por los aragoneses, para ver que arte culinario y de normas ceremoniales era mejor. Así, se dio inicio a un choque de culturas, española e italiana.

Con respecto al fraude de las monedas cercenadas, creo que tiene que ver con una vendetta, esto por la forma en qué los milaneses llegaron con la comitiva preparada (personas escogidas para impresionar), joyas al por mayor, pedantería y con el fin de humillar a sus anfitriones, los cuales no se iban a quedar de brazos cruzados, verdad. Por ello decidieron hacerles una jugarreta, uno, para regresárselas cual boomerang, dos, para medir al enemigo, creo yo. 

Maese Stefano tiene el pensamiento de su época, hombres y mujeres deben tener determinados roles, determinados comportamientos, determinados pensamientos e ideas, etc. Maese Stefano tiene ideas de molde, para pronto, además de que tiende a idealizar el proceder de las grandes damas. Por ello se escandaliza cuando sus ideas preconcebidas chocan con la realidad.
Ahora bien, el actuar de los hombres, casi siempre, ha tenido mayor tolerancia con respecto al de las mujeres, la sociedad es más permisiva; en la historia no es diferente. Mientras que los hombres de la corte, a medida que envejecen, pueden acceder a puestos de poder, ir ascendiendo escalafones, conseguir mujeres jóvenes,  para las mujeres es más peliagudo, ya que cuando envejecen sólo permanecen en la Corte aquellas que han sabido trasmutar la belleza física por la sabiduría. 

Hay varias lecturas que se pueden hacer del hecho de la corte estuviera presente en semejante espectáculo: a) burlarse de los pobretones que luchan por comida, b) transformar aquella representación burda en una obra cómica, de deleite, de diversión, c) hacerles ver quien está por encima de ellos, quien ostenta el poder, d) demostrarles que no son más que unos lame cazuelas, lame botas, e)  demostrar que eran superiores a aquellos salvajes, f) mostrarse como personas duras, pero benevolentes.


domingo, 5 de marzo de 2017

Primera sesión de El banquete



Las novelas de detectives me gustan, ya que mi personalidad es un tanto detectivesca, pues cuando desconozco algo inmediatamente me pongo a investigar para despejar las dudas que tenga. Es entendible, entonces que, me gusten las historias en las que se resuelven problemas, misterios, dudas.
Ahora bien, las historias de detectives nos gustan porque satisfacen nuestra curiosidad, nos gusta saber que pasa, que sucede, ya que somos exploradores por naturaleza. Y, las historias que “hablan” sobre asesinos son atractivas por dos razones, primera, nos gusta la sensación que produce el peligro, pero una amenaza controlada, segunda, el asesinato es el comportamiento más censurado de la los humanos, prohibido, por consiguiente nos atrae.

En cuanto a la comida  diría que soy medio “aventado”, a todo esto,  porque he visto (me gusta ver videos de comida en internet) platillos con texturas y apariencias que no se ven atractivos y que, en definitiva, no comería; ni que decir de la horrible moda de comer alimentos todavía vivos, que se retuercen en tu boca, o de la de mezclar papas, chamoy, dulces, sopa Maruchan y un montón de sabe que cosas más.

La alimentación a lo largo de los años ha cambiado, en algunos aspectos más visiblemente que en otros. Con la llegada de la  época industrial-capitalista comenzaron a llegar los productos  procesados, los cuales cambiaron nuestra forma de consumir alimentos, para bien y para mal. El tener alimentos “a la mano” con una gran cantidad de grasas y sabores, y que nuestro cerebro ama, poco a poco han ido generando problemas de salud más y más grandes, tanto que nuestro sistema de salud ya colapso. Algunas personas podrían argumentar que el problema de alimentación depende de cada individuo, pero es una verdad a medias, ya que en investigaciones se ha encontrado que hay componentes en los alimentos procesados que estimulan al cerebro para que quiera más, y las empresas les agregan estos componentes porque saben lo que ocurrirá; un enganchamiento.

Las personas que se alimentan de mejor manera son aquellas que tienen los recursos para hacerlo, ya que pueden acceder a productos de buena calidad, alimentos variados y nutritivos.

Considero que en la actualidad se come mejor que hace 500 años porque, a propósito, se pueden encontrar muchos más productos que antes, por el intercambio comercial, además de que la fusión de culturas ha generado una mayor diversidad culinaria, que enriquecen la alimentación.
  

La relación que existe entre el erotismo y la gastronomía tiene que ver con que ambas producen una serie de sensaciones visuales y sensoriales placenteras en nosotros; el ver la mezcla de colores, el sentir las texturas, el degustar los sabores,  el oler las esencias, el escuchar una voz sensual, el sentir una mirada, nos transportan a un estado de éxtasis, que nos permite apreciar nuestra realidad de diferente forma.

jueves, 2 de marzo de 2017

¿Qué palabra dirá entonces?



Caía la lluvia, el viento zarandeaba los árboles deshojados, y de tiempos pasados viene una imagen, la de un hombre alto y delgado, viejo, ahora que está más cerca, por un camino inundado. Trae un cayado en el hombro, un gabán embarrado y antiguo, y por él se deslizan todas las aguas del cielo. Delante vienen los cerdos, con la cabeza baja, rozando el suelo con el hocico. El hombre que así se aproxima, difuso entre las cuerdas de lluvia, es mi abuelo. Viene cansado, el viejo. Arrastra consigo setenta años de vida difícil, de privaciones, de ignorancia. Y no obstante es un hombre sabio, callado, que sólo abre la boca para decir lo indispensable. Habla tan poco que todos nos callamos para oírlo cuando en el rostro se le enciende algo así como una luz de aviso. Tiene una manera extraña de mirar a lo lejos, incluso siendo ese lejos la pared de enfrente. Su cara parece haber sido tallada con una azuela, fija aunque expresiva, y los ojos, pequeños y agudos, brillan de vez en cuando como si algo que estuviera pensando hubiera sido definitivamente comprendido. Es un hombre como tantos otros en esta tierra, en este mundo, tal vez un Einstein aplastado bajo una montaña de imposible, un filósofo, un gran escritor analfabeto. Algo que no podrá ser nunca. Recuerdo aquellas noches templadas de verano, cuando dormíamos debajo de la higuera grande, lo oigo hablar de la vida que tuvo, del Camino de Santiago que resplandece sobre nuestras cabezas, del ganado que criaba, de las historias y leyendas de su infancia distante. Nos dormíamos tarde, bien enrollados en nuestras mantas para defendernos del frio de la madrugada. Pero la imagen que no me abandona en esta hora de melancolía es la del viejo que avanza bajo la lluvia, obstinado, silencioso, como quien cumple un destino que no podrá modificar. A no ser la muerte. Este viejo, que casi toco con la mano, no sabe cómo va a morir. Todavía no sabe que pocos días antes de su último día tendrá el presentimiento de que ha llegado el fin, e irá, de árbol en árbol de su huerto, abrazando los troncos, despidiéndose de ellos, de las sombras amigas, de los frutos que no volverá a comer. Porque habrá llegado la gran sombra, mientras la memoria no resucite en el camino inundado o bajo el cielo cóncavo y la eterna interrogante de los astros. ¿Qué palabra dirá entonces?  (José Saramago, Las pequeñas memorias).