Ira.
“Los nazis eran unos monstruos, según ellos eran personas cumpliendo su trabajo y, seguros de que estaban haciendo el bien. Y basto ésta condición para justificar las atrocidades que cometieron”. (Savater, 2005).
Cuando hablamos de Hitler,
solemos asociarlo con las atrocidades que se cometieron en los campos de
concentración, segregación racial, entre otras cosas. Hitler tenía la estúpida idea
de creer que existen razas superiores e inferiores. Según él, la raza aria era
la indicada para gobernar al mundo. Con esta idea partió a la conquista de Europa,
de hecho, conquisto a un gran número de países. ¿Cómo es que logro conquistar
casi en su totalidad a Europa?, pues muy
sencillo, tenía aliados, entre ellos España, Japón, Italia, además de tener un
acuerdo de no atacarse con Rusia. Sin embargo, la soberbia de Hitler, lo hizo cometer el
error más grande, ya que motivado por las conquistas consecutivas, se animo a
atacar a Rusia. Es entonces que se da La Batalla de Estalingrado, una batalla
que cambio el rumbo de la segunda guerra mundial.
A Hitler se le asocia con el
mal, porque fue una persona que empujo al fanatismo a mucha gente. Además, cometió una serie de atrocidades contra seres humanos, que no tiene sustento. Tal es el
caso del fascismo, la absurda idea de creer que el color de la piel (no es más
que melanina) nos hace mejores o peores seres humanos.
“El problema es cuando la ira no es una reacción, sino una norma de vida
Allí la ira se convierte en un pecado” (Savater, 2005).
La ira es una reacción que tenemos los seres humanos frente a diferentes circunstancias. La
ira nos puede indicar algo, ya sea que estamos
vivos, o nos insita a revelarnos contra las injusticias, amenazas y abusos. Pero, en exceso puede ser dañina, pues nos volvemos irracionales,
cometemos estupideces, y nos transformamos en bestias. Sin duda, en la vida es necesaria una buena dosis de ira para enfrentarnos a lo cotidiano, al día a día.
La ira nace de la
indignación de ver en el mundo tantas injusticias, abusos e inhumanidades que
cometemos unos contra otros. Hay personas
que utilizan la ira como motor para luchar por un mundo más equilibrado, en
donde las injusticias causen revuelo como las notas rosas. Aquellos que
decidieron utilizar la ira para rebelarse, gritar, hablar y, en muchas
ocasiones arriesgar su propia vida, son muy distintos de los que hacen un
colerón porque su equipo de fútbol
perdió.
El lado opuesto de la ira es la paciencia. La paciencia al igual que la
ira, al ser llevada al extremo es
perjudicial, pues se transforma en complicidad hacía el explotador cuando no se
actúa ante actos injustos. En muchas ocasiones la gente confunde pacifismo con pasividad
“La
demonización del adversario posiciona al que lo hace en el lugar del bien y, por lo tanto de la verdad, descartando
esas virtudes en el otro”. (Savater,
2005)
Cuando demonizamos a un
adversario, le atribuimos características “malas”, y por el otro lado nosotros
nos ponemos del lado del “bien”, este lenguaje es muy común en los medios de
comunicación, que muchas veces (o todas)
utilizan eufemismos para confundir a las personas.
En la época del nazismo se
bombardeaba a la gente con imágenes de insectos. Estos representaban
la imagen de los judíos. Lo que los nazis buscaban era deshumanizar a los que consideraban como una plaga; es decir, para la
propaganda nazi los judíos no son humanos, sino insectos y, por ser insectos
merecen morir.
Coincido con la afirmación
de que el sexo es bueno, pues esta comprobado que cuando las personas tienen
relaciones sexuales liberan endorfinas, las cuales nos producen placer y
bienestar. Además, es bueno para el cuerpo ya que le proporciona beneficios como:
fortalecimiento del sistema inmunológico, alivia el estrés, quema calorías,
disminuye el cáncer de próstata, reduce el dolor y mejora la autoestima.
Son las personas que
participan en el acto sexual las que deben decidir que esta permitido y que no,
pues cada individuo es responsable de si mismo. Por ello, no le debe dejar
decisiones que son personales a terceros.
Pereza.
Por un lado Savater nos dice
que el perezoso es aquel que nunca tiene tiempo para leer un libro, para no ver
una película, para no escuchar un concierto, para no ver un atardecer.
La pereza en cantidades
moderadas es buena, pues gracias a ella se han inventado cosas, un ejemplo de ello es la
rueda,
pues
la persona que invento la rueda, la invento porque no quería empujar y caminar
más.
Los
momentos de pereza le han dado al mundo obras geniales, inventos que han
transformado al mundo y soluciones a problemas, pues cuando estamos de
perezosos, las ideas nos llegan de repente y a partir de esas ideas podemos
crear soluciones.
La cultura es un medio
sumamente barato para lidiar con el aburrimiento. Aquellas personas que optan
por la cultura tienen una gama muy grande de fuentes para entretenerse. Pero en
definitiva no es el motivo principal de la cultura luchar contra el
aburrimiento.
El aburrimiento fue un gran motor
para la historia, ya que sin el aburrimiento no se hubieran explorado montañas, mares, tierras e incluso sabores, etcétera.
Envidia.
Al sentir envidia, lo que se
desea es tener lo que tiene el otro sin cambiar uno mismo. Este pecado necesita
de dos personas, por un lado en envidiado y, por el otro el envidioso.
Es
por ello, que la envía es un acto de carácter plenamente social. La envidia es
la virtud democrática por excelencia, pues ésta es la que gente tiende a
mantener la igualdad. Genera situaciones en las que evita que unos tengan más derechos que otros.
Al ver que una empresa no paga impuestos, muchos ciudadanos reaccionan y
cuestionan ¿por qué esa empresa no paga impuestos y yo sí? Es entonces que la
envidia se encarga de que funcione la democracia.