domingo, 24 de mayo de 2015

Segunda Sesión Como agua para chocolate


En el inicio del libro se nos dice que un lenguaje nuevo surge cuando se cuestionan cosas que se daban o que se creían  inamovibles.  La escritora en este libro cambia los papeles tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres, (mamá Elena y el papá de Pedro) logrando romper un estereotipo, cambiar un lenguaje. Porque está muy marcado en la sociedad que quienes suelen abogar por los sentimientos son las mujeres, mientras que los hombres optan por cuestiones prácticas. Incluso hoy en día, la sociedad sigue repitiendo los mismos patrones. Se dice que para que cambie un aspecto cultural en una sociedad que lo ha venido repitiendo una y otra vez, es necesario que pase mucho tiempo.  Ah, y que la gente se sumerja en el conocimiento, porque el conocimiento nos empodera, abriéndonos nuevos horizontes.

Me parece que los extremos nunca son buenos ni saludables. Si bien, considero que la amabilidad es necesaria para convivir en la sociedad, también creo que es necesario ser una persona crítica. Pues no se puede ser amable con un  individuo que trata de joderte la vida. O ser amable con las personas que cada fin de semana arman un escandalo, y que les importa un carajo el descanso de las demás. O con los políticos -ponga cualquier nombre aquí-. O con una madre represora y dictatorial. En ocasiones es necesario asesinar a la niña (lo que le han dicho, moldeado, acostumbrado, hecho creer), para dar paso a la mujer.

Con respecto a la pregunta de que si los mexicanos utilizamos demasiado los ademanes, o no, realmente no me había puesto a reflexionar, pero me pareció muy interesante. Así pues, me puse ha investigar un poco para saber que había detrás. Encontré la opinión de un diseñador de interiores que decía que nuestra sociedad es barroca, que bastaba mirarla y analizarla para darse cuenta. Por consiguiente, este exceso de  adornos se trasminaba hasta nuestra manera de expresarnos. Otra persona decía que los mexicanos son muy dados a “cantinflear”, es decir, hablar mucho y decir poco o nada, y que este exceso de palabras iba acompañado por muchos movimientos. Entre otros. Esta claro que hay varios puntos de vista que apuntan a que los mexicanos tienen un gusto por los ademanes excesivos, no obstante, esto no quiere decir que se aplique para todas las personas, porque como hemos visto en sesiones pasadas, nunca es bueno generalizar.

Penélope teje y desteje el sudario por dos razones, la primera para preservar su castidad mientras su marino no está, la segunda  es para retrasar la toma de decisiones (elegir a un pretendiente).  Ahora, no sé si Tita quiera conservar su castidad para su gran amor, Pedro, pues me es difícil concebir que una persona solamente ame una vez. Las personas cuando terminamos una relación sentimental, juramos que no volveremos a amar a alguien con la misma intensidad, y con el paso del tiempo volvemos a amar. Incluso conocemos a alguien que supera, o no, al  ser amado pasado. Creo que más bien,  Tita teje y teje para no pensar en la realidad en la que está; Tita teje y teje esperando la muerte de su mamá; Tita teje y teje esperando esperanza; Tita teje y teje esperando al amor; Tita teje y teje esperando que el miedo se aleje; Tita teje y teje esperando la libertad.

Un tiempo tuve una gata. Un día atrapó una paloma, ésta luchaba por sobrevivir en el hocico del animal, sentía los dientes y las garras penetrándola lenta y dolorosamente. Sus ojos reflejaban muerte y miedo. No sabía si intervenir, pues sabía que estaba en su naturaleza cazar, pero es bien distinto e intenso ver la danza de matar para vivir. No pude más, y se la quite. A los cinco minutos, la gata ya traía otra presa, un pájaro. Ese día comprendí que los lugares y las acciones hacen que la vida tome determinado rumbo. Porque qué sería del pájaro si no le hubiera quitado la paloma. O si ese día no  hubiera dejado salir a la gata.  Por lo tanto, creo que si la historia de Como agua para chocolate se desarrollara en el D. F., la historia tomaría otro rumbo, ya que hay variables propias de cada lugar.

Tita creó un vinculo muy fuerte con su sobrino, ya que fue ella quien lo trajo al mundo, quien lo cuidó, quien lo alimentó. Cuando éste murió, se dio cuenta de que su abuela tenía cierta culpa, pues gracias a que era una persona muy cerrada y dictadora, nunca  le pudo decir que era ella quien lo alimentaba con su leche, y que el niño no comía otra cosa. También comprendió que estaba sola, que la razón por la que se ocupaba con ahínco de los demás, es porque no quería aceptar que la vida que uno decide vivir, hay decisiones que solamente nos pertenecen a nosotros. Hasta cuando no elegimos, estamos eligiendo, bueno, en ciertas cosas.  

sábado, 16 de mayo de 2015

Primera Sesión Como agua para chocolate.





La sociedad mexicana toma dos rutas con respecto a quien la dirige; primero, si nos enfocamos en lo familiar, son las mujeres quienes han asumido el liderazgo  desde hace algún tiempo. Pero, si se trata de toma de decisiones en otros ámbitos como en la política, religión, empresas, medios, economía, entre otras cosas, los hombres son los que siguen dirigiendo, y seguirán, porque cuando un grupo de personas ha estado en el poder durante un buen tiempo, se acostumbran, normalizan la situación en la que se encuentran. Entonces, es poco probable que quieran dejar esa posición sin defender lo que les es cómodo.

Sin embargo, en la actualidad se nos repite todo el tiempo que la equidad se abre paso, cual si fuera rio, que las mujeres tienen igualdad de condiciones, pero ¿será? No lo creo. Hace un tiempo vi dos documentales que retrataban la realidad de las mujeres, no sólo las que viven en la ciudad. Te mostraba  situaciones que están muy presentes en nuestra sociedad, pero que pasan desapercibidas porque son costumbres.

La sociedad mexicana es muy apegada a la familia, no es malo, pero se vuelve un problema cuando la idealizamos, cuando nos dejamos llevar por los sentimientos y perdemos la objetividad; porque de esta manera no podemos identificar los problemas que se encuentran en el fondo.  Si bien la familia puede aportarnos cosas buenas, también puede aportarnos cosas negativas que repetimos y que no somos capaces de “ver”.

Hace como un año o dos leí un libro que se llama El último amigo de Tahar Ben Jelloun, en él hay un personaje llamado Mamed, que añora alejarse del tercer mundo y todo lo que gira a su alrededor. Desea conocer la pulcritud, la eficiencia, la vida de los países primer mundo. Un día se le concede y se va a vivir a Alemania, conoce todo lo que siempre deseo, pero es infeliz. Vive pensando en su país, en lo que le es tan familiar, hasta aquello que detestaba cobra otro sentido; los mercados tan bulliciosos y atascados de gente que antes detestaba, los extraña; extraña las convivencias con amigos y familiares; extraña la calidez de su gente y detesta la frialdad de los alemanes. Vistas desde fuera las cosas adquieren otro significado.

Hay una gran cantidad de ingredientes que pueden dar lugar a creaciones tan deliciosas y variadas, que asombran. No obstante, una comida de mis favoritas es el pozole; los componentes de su preparación le dan un sabor y textura muy buena, tanto para la vista como para el paladar. Además, las personas con las que lo suelo comer le han dado un significado especial.

Sin duda disfruto cocinar, el poder prepararse los alimentos y experimentar es muy bueno. Claro que el menú que puedo preparar no es muy amplio, aun.

Considero que en las cocinas debe de haber un gran número de experiencias tanto buenas como malas, peleas, reconciliaciones con una taza de té, desveladas con una taza de café, lagrimas, alegría, bullicio, quejas, curaciones, propuestas, tensiones, experimentación, incendios, alquimia. La cocina es un microcosmos.