Tengo dos impresiones, con respecto al
vendedor de pararrayos, por un lado, creo que se trata de un personaje
esotérico que vende sus productos “preparados”, por el otro, bien se podría
tratar de un enganchador, un “palero”, que trabaje para la feria.
El señor Will es un hombre triste, uno,
porque carga con el peso de tratar de ser bueno, dos, porque piensa mucho las
cosas, tres, porque una y otra vez vuelve sobre sus errores, sobre su pasado,
sobre sus heridas, cuatro, por la falsa idea de la perfección, cinco, por no correr
riesgos, por siempre buscar la seguridad.
El papá de Will ve en el trozo de hielo
unos mechones de cabello, una estatua, la mujer más hermosa del mundo, la misma
vida que se derrite ante sus ojos.
Siendo que el papá de Will es una persona
consiente de su propia maldad, mal, oscuridad, es capaz de detectarla cuando se
encuentra en el aire, en el ambiente, en un volante de feria. Por lo anterior,
por cierto, es que decide no mostrárselo a su familia, como una especie de
escudo
Jim quita el pararrayos de su tejado por
la aventura, por el gusto, para alardear, para retar a la tormenta.
La principal diferencia entre los dos
amigos, Will y Jim, se puede percibir en que el primero es más cauto, piensa
más las cosas, mas cerebral, mientras que el segundo es más visceral, más
intrépido, quiere crecer más rápido. Lo anterior provoca que se complementen,
esto al generar un equilibrio.
Creo que en un inicio, movido por sus
ansias de aventura, de alarde, de crecer más rápido, Jim se siente atraído por
el mundo que se desarrolla en la feria, por el señor Dark, pero conforme se van
desarrollando los hechos, se va dando cuenta de que el abismo no es lo que
esperaba, que corre peligro, trata de alejarse de la corriente que lo arrastra.
Los amigos corren tras Cooger para deducir sus planes, para corroborar,
a través de los ojos, que no es el sobrino de la señorita Foley, para comprobar
que no fue una ilusión lo que vieron (la marcha hacia atrás del tiempo), para
alertar a la señorita Foley.