jueves, 30 de julio de 2015

La carta



Yo no sé si usted llegó a mi vida con la misión expresa de rescatarme de una guillotina inminente, pero es cierto que su llegada me salvó de escoger entre la muerte y la locura.

La locura: una cárcel distante cuyas puertas son tanto más nítidas cuanto menos uno se resigna a vivir en el horror. La locura no brota como una súbita infección en el cerebro. La locura es aquella enfermedad que sólo nos amenaza cuando ya sus uñas se han alojado en las entrañas, de modo que pelear contra ella es también despedazarnos el vientre, oprimirnos los pulmones, perder el miedo a la muerte como se pierde la inocencia y el amor.

El amor es un bien que no he perdido. Cuando entre las condiciones que se le ponen al amor no se halla la correspondencia de quien se ama, y en realidad tampoco puede hallarse ninguna otra porque se ha decidido amar incondicionalmente, el amor, que por su propia vehemencia vive más allá de posesiones tan irrelevantes como el bienestar y la cordura, sólo puede perderse con la vida. No he muerto, luego amo.

Amo a una mujer que no conozco, y tal vez a ello se deba que no puedo cesar de contemplarla cada vez que la usencia del mundo me brinda el anestésico de la soledad. Sé que esa mujer existe, podría dibujar la fachada de la casa donde vive y pienso, porque aún así lo quiero, que ocupo algún lugar en su memoria; pero a mí la memoria no me ha servido sino para frenar mis pasos, atar mis ojos al interior de los parpados y proyectar en ellos la película más obsesiva del mundo: Dalila.

Dalila es un nombre que no tiene cuerpo. Dalila es la palabra que a diario me visita pero jamás se queda a dormir. Dalila son seis letras formadas por cuchillos. Dalila es el principio de la música y el fin de la plegaria. Dalila es ese nombre que un día escribí en los muros de Dios; desde entonces acaricio su textura, tal como otros recorren con las manos, boca y ojos a sus mujeres. Dalila se pronuncia degollando la lengua, y luego acariciándola. Es el nombre que tuve que inventar para ocultar al otro: el innombrable, aquél que sepulté para ya no decirlo ni pensarlo ni escribirlo. Y si hoy abandono mi juramento y escribo ese nombre en el sobre donde habrán de viajar moribundas de miedo estas palabras, lo hago con el solo propósito de que lleguen hasta usted, aunque con la secreta esperanza de que jamás lo logren. Quiero pedirle perdón por mi atrevimiento, por mi cobardía y por cada una de mis debilidades que con seguridad me hacen indigno de habitar sus recuerdos. Pero antes de narrarle una historia que es más suya que mía, debo también pedirle perdón por ella, por Dalila.

Dalila es usted. (Xavier Velasco, Diablo Guardián)  

domingo, 12 de julio de 2015

Cuarta Sesión Bel Amie


Duroy intuye que Madeleine le fue infiel a su ex esposo, lo que le hace pensar que él no está exento. Ante esta situación prefiere actuar primero, es decir, engañar  antes que ser engañado y, por ello comienza a frecuentar y  a enamorar a Virgine. También puede ser que se deba a que sencillamente puede hacerlo.

Nuestro personaje tiene claro que para subir de estatus, su opción más viable es casarse con alguna mujer que lo tenga. Esto va a generar que sopese el terreno en el que se mueve, para tener claro las posibles opciones. También pareciera que se siente atraído, como polilla a la luz, a las mujeres que tienen lo que él añora, le da cieto tipo de placer que las esposas de personajes con poder y dinero los engañen con él, porque esto, indudablemente, lo empodera. Y quien más que la mujer de su jefe, hombre que ha adquirido un gran poder, para sentir lo anterior dicho.

El hecho de que Vaudrec le haya heredado su fortuna a Madeleine, abre la puerta a las especulaciones de la sociedad, de que su esposa era su amante. Situación que haría quedar como un idiota y cornudo a Duroy, ya que éste hasta lo recibía en su casa. Por tanto, convence a Madeleine, de que divida la herencia, para que las personas crean que heredó a ambos, pues los consideraba sus amigos cercanos. O, tal vez a Duroy no le importaba nada de lo anterior, sólo buscaba un pretexto para obtener su parte del dinero.

Entonces la verdadera cascara de nuestro personaje se ha ido abriendo poco a poco y, nos va mostrando a una persona fría y vacía, ambiciosa sin escrúpulos, que hará todo lo necesario para llegar a sus objetivos, como muchos de los supuestos lideres de nuestra época.

 Se nota que el personaje de la obra ha ido evolucionando, porque si recordamos, al inicio ni siquiera tenía la confianza necesaria para asistir a una cena con personas de “altura”, pero más adelante, es capaz de desenvolverse con soltura, digno de la persona que se siente en control de la situación. En el proceso antes mencionado ha adquirido  diferentes herramientas que le han permitido explotar sus cualidades. Así, ya no es más aquel joven timorato y falto de autoestima, sino que ahora es todo un maestro en las artes del engatusamiento. 

Bel Amie. 

 
La verdad, al comenzar a leer el libro creí que la historia giraría en torno a las cualidades que se le dan a un buen amigo. Pero, a medida que avancé en la lectura, me di cuenta que no era el caso, necesariamente hablando.

El personaje principal de la novela, Duroy, quien vive en un estado precario y, cuyo trabajo en los ferrocarriles es mal pagado, ansía conocer la vida de las personas con poder y dinero. Quiere dejar atrás el pasado de su familia campesina y, demostrarles lo lejos que ha llegado su hijo. Y, para alcanzar sus objetivos se valdrá  de su atracción física y del encanto que con el tiempo va desarrollando, además de utilizar toda clase de artimañas.

Al final de la lectura nos enteramos de que Duroy alcanza lo que se propone y, nos deja con un sabor de boca algo acido, pues nos gustaría que las personas que se aprovechan de otras, la vida les dijera: ahora vas a pagar por lo que hiciste, pero no es el caso, claro. Tal vez sea como dice el escritor José Saramago en su libro Ensayo sobre la ceguera, el mundo no va mal  por las personas que hacen el mal, sino por las personas que ven y no hacen nada - parafraseándole-. Porque seamos sinceros, Duroy, no era una buena persona.



  

martes, 7 de julio de 2015

Tercera Sesión Bel Amie


Con respecto a que si Duroy no es tan terrible como quiere aparentar, me parece que aun las personas “malas”, o con las que de plano nos cambiaríamos de banqueta para no cruzarnos con ellas, tienen una conciencia y sentimientos que los atormentan, pero que los tratan de esconder en lo profundo de su ser.

Ahora, por lo que se refiere a participar en una reunión, como a la que asistió Duroy, solamente me presentaría si con esa persona tengo un vínculo afectivo fuerte, sin duda. Pero a diferencia de Duroy, sólo iría por  sinceridad y compasión, lejos quedaría asistir por mis intereses.

En un inicio, pareciera, que Duroy si estaba enamorado de Madelaine, pero a medida que se van conociendo, el sentimiento va desapareciendo; primero, porque nuestro personaje se da cuenta de que Forestier aun está presente en su vida: en la casa, en su trabajo y en la memoria de su pareja; segundo, porque según él su esposa engaño a Forestier, lo cual abriría las puertas para que le pase lo mismo a él. Esto va a generar que Duroy busque nuevamente a la señora de Marelle, lo que a la larga va a propiciar que se cree un vinculo afectivo y que, poco a poco se empiecen a enamorar, me parece.

Así pues, Duroy empieza a cuestionar la alianza con su esposa, que tantos beneficios están recibiendo, sopesa las alternativas que tiene. Poco a poco la unión entre ambos personajes va debilitándose, como el hierro sucumbe ante el oxido. Y, los rencores empiezan a surgir, cual demonio que se empieza a abrirse camino entre nuestras entrañas. 

La mamá de Duroy siente cierto desagrado hacia la esposa de su hijo porque representa algo que para ella fue distante, desconocido. Desde muy joven tuvo que trabajar muy duro en el campo, el hogar, aun así solamente obtenía ingresos para mal vivir. No hubo oportunidades para que estudiara, para que conociera el mundo ni para vestirse bien. Sus manos estaban destrozadas por trabajar la tierra, la vida triste por soportar a un esposo borracho, la mirada triste de las personas infelices. Es claro que la imagen de Madelaine contrasta al lado suyo. Acostumbrada a seguir el destino que le fue impuesto, se da cuenta de que había otros caminos, pero siente que ya es demasiado tarde.

Los compañeros de Forastier, sin duda, sabían que la autora de los artículos periodísticos era su esposa. Tal vez él se los conto, o ellos lo intuyeron, ya que habrán notado la falta de talento de su camarada. Ahora, la razón, creo, porque a Forestier no le molestaba  que los demás supieran lo anterior, se debe a que es verdad. Sin embargo, lo que le molestaba a Duroy, fue cuando se percato que más que ser él mismo, estaba asumiendo el rol y la personalidad de Forestier.

La razón por la cual Madelaine  no presenta sus artículos, se debe, creo, a la poca importancia que se les da a las opiniones de las mujeres en los diferentes ámbitos.