Al organizar un baile para doscientas
personas, y en el que sólo asistió una persona, la señora Kampf buscaba marcar
una transición de un estado a otro de vida; es decir, lo que la señora Rosine
era antes del ritual muere para dar paso a un nuevo ser durante el mismo.
Rosine de manera simbólica
busca borrar su pasado lleno de carencias, para dar paso a un presente de
abundancia. Sin duda, Rosine asocia su infelicidad a la pobreza que vivió una
gran parte de su vida, y como consecuencia, cree firmemente que la riqueza le traerá
la felicidad. Pero la felicidad no viene incluida con la riqueza, si bien, el
dinero puede ser un medio que nos ayude a alcanzarla, no es la felicidad en si.
En las páginas 35 y 36 la
señora Kampf nos dice:
¡Ah!, ¡la vida estaba mal
hecha! Antes, su cara con veinte años, sus mejillas sonrosadas, pero también
las medias zurcidas y la ropa interior remendada… Ahora las joyas, los
vestidos, pero también las primeras arrugas… Todo eso iba junto… Cómo había que
apresurarse en vivir, Dios mío, en agradar a los hombres, en amar… El dinero,
los vestidos y los coches bonitos, ¿de qué servía todo eso sin un hombre en tu
vida, un pretendiente, un joven amante? Cuánto había esperado ella ese amante.
Había escuchado y seguido hombres que le hablaban del amor cuando aún era una muchacha
pobre, porque iban bien vestidos y hermosas manos cuidadas… menudos patanes,
todos. Pero ella no había dejado de esperar. Y ahora tenía su última
oportunidad, los últimos años antes de la vejez, la autentica, sin remedio, la
irreparable.
Al terminar de leer la
conclusión a la que llego Rosine, nos damos cuenta de que está deseosa de
vivir, de volver a sentirse deseada por un joven, de volver a amar y ser
correspondida. Pues sabe que la vejez esta próxima y ésta no da marcha atrás.
Los seres humanos somos
seres emocionales, todos en algún momento nos hemos dejado “controlar” por la
ira, la tristeza, el amor o los celos. Y, si a esto le sumamos alguna carencia emocional, como en el caso de
Antoinette, quien desde pequeña ha carecido de amor por parte de los padres.
Entonces tendremos a una niña que siente celos por aquello que no tiene. Por
ello, cuando ve a Miss Betty besándose con su novio, siente unas inmensas ganas
de hacer daño, de desafiar, pues ella quisiera tener a alguien que la amara
así.
Antoinette necesita ver la culminación de su venganza;
necesita ver como su madre se desmorona; necesita ver como los adultos también
sufren, lloran; necesita ver la fragilidad de los seres humanos. Pero ante
todo, necesita ver para ya no sentir miedo de los adultos.
Sin duda, Antoinette cambio
a raíz de lo sucedido en el baile, ya que se dio cuenta de que los adultos a
los que tanto les temía, también eran seres frágiles como ella. Y, por consiguiente
ya no había porque temerles, lo que le dio mayor seguridad para enfrentarlos.
La sonrisa que gesticula
Antoinette al ver a su madre en un estado de depresión, se debe a que le
produce placer verla destruida
emocionalmente, como tantas veces estuvo ella. Sin duda, Antoinette se ha
convertido en una niña resentida con el mundo, vengativa, amargada y hasta
suicida. Antoinette no sólo hizo pedazos
las aspiraciones de su madre, sino que la destruyo totalmente. Tal vez por eso
le dice “pobre mamá”, porque sabe que nunca lograra levantarse, e incluso se hundirá
en la oscuridad.
Reflexión.
Los seres humanos tenemos la
necesidad de sentirnos amados toda la vida. El amor es un sentimiento que hace
más llevadera la vida, que nos da vitalidad cuando no la tenemos y que nos
acerca a la felicidad. Esa, a la que todo el tiempo tratamos de encapsular pero
se nos escapa entre los dedos. Y, es que tiene que ser así, pues los seres humanos
no estamos diseñados para ser felices todo el tiempo, sin embargo, eso no nos
detiene.