jueves, 4 de febrero de 2016

Primera sesión de Corazón de perro







Hasta hace poco, como bien lo dice la introducción a la lectura, las personas no profundizaban sobre los derechos de los animales, pero este tema no es nuevo. Desde hace muchos años atrás el filósofo y matemático Pitágoras, ya cuestionaba el trato hacia los mismos. Ahora, este surgimiento de concientización sobre el trato hacia los animales en la actualidad, tiene dos puntos; primero, sin duda que hay personas que se ven movidas a actuar y montar refugios y campañas, etc., y lo hacen porque han reflexionado y cuestionado sobre el tema, claro, para aminorar el problema y posteriormente desaparecerlo; no obstante, hay que decir que algunos centros de adopción carecen de las condiciones necesarias para tener a los animales, son cárceles disfrazadas de refugios; segundo, como en casi todo, hay personas que se ven movidas por la moda. Lo que buscan es tomarse algunas fotografías para mostrárselas a los amigos, familia, personas, para que piensen que son personas súper “conscientes”.

Asimismo, lejos de creer que los perros y gatos son mensajeros y cuidadores de las personas, los veo, más bien, como camaradas, amigos, con los que puedes crear vínculos afectivos muy fuertes, incluso más poderosos que con algunos familiares.

Cabe decir que el qué se llegue a considerar absolutamente “buenos” a perros y gatos, en gran medida, se debe a los animales tienen comportamientos ligados con los instintos; es decir que muchas acciones no las sopesan, simplemente actúan en automático. No racionalizan como nosotros. 

Creo que si la ciencia actual pudiera crear un ser que tuviera partes humanas y partes de otros animales, ésta tomaría partes del código genético del animal en cuestión y lo insertaría en el del humano, lo cual mejoraría o añadiría una característica que nos proporcionase una ventaja. Por ejemplo, si se identificaren el o los genes encargados de la regeneración que posee el ajolote, se podrían inyectar en la cadena genética humana, logrando que las personas creasen partes que han perdido en algún accidente. Sería genial que pudiésemos utilizar partes de otros animales para resolver algunos problemas. Imagínense el potencial.

Lo que nos hace humanos son dos cosas que interactúan, la primera es nuestra genética y lo que desarrolla, como nuestra apariencia y nuestro cerebro, segunda es la forma en cómo interactuamos con las demás personas. Estas dos cosas han derivado en lo que es nuestra sociedad: la capacidad de invención, la creación musical, el arte, nuestra forma de pensar, la creación de la tecnología, etc. Si se abandonara a un niño en una selva, y que este logrará sobrevivir, su comportamiento sería muy similar al de un animal. Se puede tener la apariencia y el cerebro pero si se carece de contacto, interacción, con otros humanos, no seríamos diferentes de otros animales.

Hace algún tiempo leí acerca de que algunos científicos creían que los órganos del cuerpo humano poseen una memoria celular.

En un experimento con personas adultas que tenían conectados varios sensores para medir sus reacciones, se les pusieron varios objetos sobre una mesa, y se les pidió que los examinaran detenidamente. Las personas en cuestión no sabían que entre los objetos había uno con el que habían jugado o tenido de pequeños. Al examinar a la mayoría de los objetos, no hubo reacción, pero al llegar al que les había pertenecido, aunque no lo recordaban, la piel comenzó a reaccionar. Esto pondría la primera piedra sobre un tema polémico.

Ahora, es muy diferente que los órganos humanos tengan una memoria celular que pueda almacenar ciertas cosas, pero es muy diferente a ciertas historias que rondan por allí, que llegan al extremo.


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