martes, 31 de marzo de 2015

Tercera Sesión El Club Dumas



…[] Mira, mi querido Govinda, este es una de los conocimientos que he encontrado: la sabiduría no puede ser transmitida. La sabiduría que un erudito trata de transmitir a otro hombre, siempre suena a estupidez.
-¿Estás bromeando?- preguntó Govinda.
-No estoy bromeando, el conocimiento puede ser transmitido, pero no la sabiduría. Puede ser hallada, puede ser vivida, es posible ser impulsado por ella, los milagros se pueden realizar con ella, pero no puede ser expresada ni explicada en palabras. Siddharta, Herman Hesse.  

Analizando la forma en la que escribía Dumas, puedo observar  la producción en masa, muy usual en la actualidad. Y lo que busca este sistema, es optimizar el trabajo, asignándole a cada persona una actividad en concreto, logrando con ello un crecimiento en la producción de lo que se este elaborando. Pero, al final, el producto lejos de ser colectivo se vuelve personal. Así, las personas que participaron en la creación se vuelven entes anónimos, mientras que el actor intelectual sobrevive al tiempo. Pasa algo similar con los obreros de la construcción, quienes realizan una gran cantidad de obras, pero cuando se inauguran, suelen ser personajes que nada tienen que ver con la construcción, los que las muestran al mundo como suyas.

Irene está interesada en conservar el material que “habla” sobre ella y que está siendo destruido por un grupo que no quiere que se transmita lo que contiene (Las nueve Puertas). Esto la ha motivado a buscar aliados o elegidos que le permitan evitar lo antes mencionado, pues sólo quedan dos ejemplares (eran tres pero uno fue quemado), y quien mejor que Corzo, un solitario como el ángel caído, un mercenario de los libros, quien eligió el bando de los hombres, como se lee en la página 161:

Peor fue el caso de quienes lo siguieron- Corzo tardo en comprender a quienes se refería ella-. Los que arrastró en su caída: soldados, mensajeros, servidores de oficio y vocación. Mercenarios a veces, como tú mismo… Muchos ni siquiera se plantearon que era optar por la sumisión o la libertad, entre el bando del Creador y el bando de los hombres: por rutina, por la absurda lealtad de los soldados fieles, siguieron a su jefe en la rebelión y en la derrota.

Las imágenes octava y novena, creo, están relacionadas; en la octava se puede observar a un hombre con una aureola en la cabeza, como la de los santos, quien sostiene una espada en lo alto, listo para decapitar a una mujer arrodillada, misma que pareciera estar rezando, quizá con la esperanza de salvarse. También en el fondo de la representación se puede observar una rueda con tres personas, la primera subiendo, la segunda en la cima y la tercera cayendo; es una representación de la vida, nacimiento, plenitud y muerte. El caballero que abusa de su poder, mañana será juzgado. Es precisamente en la novena imagen, en donde se puede observar la venganza de la mujer que fue juzgada, quien regresa para destruir al “santo” encerrado en el castillo, claro que con ayuda del diablo. El caballero estuvo en la cima, sin embargo ahora arde en las llamas de la Bestia, precipitándose a la muerte. 

No todas las personas pueden hacer contacto con el diablo, para ello se necesita saber interpretar texto e imágenes que él dejo con ese fin. En cierta medida, el diablo necesita de otras personas para mantenerse “vivo”. Pero no se trata de charlatanes o personas con conocimientos vulgares, sino que necesita de personas cultas, con cierto grado de sabiduría. Sólo aquellos que sean capaces de entender lo que él dejo, pasaran a la siguiente fase, como se puede leer en la página 169:

En el Génesis, el diablo en forma de serpiente consigue que el hombre deje de ser un alineado estúpido y adquiera conciencia y albedrío, lucidez… Con el dolor y la incertidumbre que ese conocimiento y esa libertad implican.

…[] Al diablo, como todo ser inteligente, le gustan los juegos, los acertijos. Las carreras de obstáculos en las que se quedan los débiles e incapaces y sólo triunfan los espíritus superiores; los iniciados.

La Baronesa es una persona que posee una gran cantidad de conocimiento, es una bruja como Nyneve[1]. Por otra parte, la forma de pensar de Liana, es un tanto superficial, a diferencia de la Baronesa, quien puede entablar una conversación erudita con Corzo. Así pues, la Baronesa se asemeja más a Varo Borja que con Liana.




[1] Personaje del libro La historia del Rey Transparente de Rosa Montero.

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