Si
bien para espantar a una persona, por medio de las letras, por un
lado, se necesita cierto entendimiento del comportamiento humano,
cierto arte, un texto fluido, ambientes envolventes, jugar con la
mente del lector/protagonista, crear seres sobrenaturales solidos,
creíbles, jugar con el suspenso, crear tensión, etc. Por el otro,
considero que en muchas ocasiones no importa que tan cualitativa es
una historia sino el cómo piensan(el poder de imaginación) las
personas. Una persona que cree en sucesos sobrenaturales, sin
aparente explicación, va a crear una realidad, a partir del libro,
más poderosa. Quizá para este segmento de la población sea más
fácil que la asusten porque ya están predispuestas mentalmente.
Ahora
bien, para crear un miedo muy intenso las historias de terror se
valen de una amplia gama de situaciones, temores, seres (fantasmas,
demonios, extraterrestres, zombis, perros de ultratumba, etc.) ,
escenarios, bichos, etc.
Como
muchas personas, por cierto, algunas veces he fantaseado con escribir
algunos pensamientos, poemas, cuentos, historias de terror,
declaraciones de amor, etc. Y, algunas veces las he plasmado
virtualmente. No obstante, cuando leo y releo, cuando leo a
diferentes escritores, borro mis “Best sellers”(ironía),
ya que los considero textos paja. Tal vez en un futuro cuando haya
devorado más y más escritos, como me recomendó Rubem Fonseca en
uno de sus libros, claro, me anime ha hacerlo.
Considero
que las personas que deciden llevar un diario lo hacen, uno, para
mantener más precisos los recuerdos, ya que la memoria entre más
los procesa, a propósito, más los distorsiona; dos, para llevar un
registro de su día a día y, con el paso del tiempo, analizarse;
tres, como medio de catarsis, ya que al escribir se liberan
emociones, sensaciones, lo cual es sano para nuestra mente, alma.
Asimismo,
la verdad es que no recuerdo haber llevado un diario en mi vida,
quizá me equivoque. Lo cierto es que me gusta más leer que
escribir. Escribir no se me da muy bien por esa obsesión de que todo
me parece una prolongación de un texto barato.
Para
creerle a determinada persona que ha presenciado un fenómeno
paranormal, de entrada, tendría que analizar distintas variantes
como que tan impresionable es, si es una persona crítica, si es una
persona que se traga cualquier bagatela, si es alguien que cuestiona
todo, si es alguien que sopesa las diferentes explicaciones, etc. Si
el sujeto cumple con mis filtros pues, sin duda, le creería.
El
qué un final sea claro o ambiguo no genera una predilección en mí,
ya que lo que me interesa es que tan “bien” este planteado el
texto. He leído varias historias muy buenas que utilizan, de hecho,
tanto uno como el otro. Por ejemplo, hay un cuento que se llama Los
ángeles de las marquesinas del escritor Rubem Fonseca, el cual es
muy claro y no deja nada a las interpretaciones, pero que te
sorprende. Por el otro lado hay una antología que se llama Madrid
negro, de varios escritores españoles de novela negra, que manejan
muy bien, varios textos, los finales ambiguos, que te producen esa
sensación de querer saber más, de sobre analizar la historia para
descubrir nuevas pistas o incluso crear teorías.
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