viernes, 6 de abril de 2018

Primera sesión de Otra vuelta de tuerca



Si bien para espantar a una persona, por medio de las letras, por un lado, se necesita cierto entendimiento del comportamiento humano, cierto arte, un texto fluido, ambientes envolventes, jugar con la mente del lector/protagonista, crear seres sobrenaturales solidos, creíbles, jugar con el suspenso, crear tensión, etc. Por el otro, considero que en muchas ocasiones no importa que tan cualitativa es una historia sino el cómo piensan(el poder de imaginación) las personas. Una persona que cree en sucesos sobrenaturales, sin aparente explicación, va a crear una realidad, a partir del libro, más poderosa. Quizá para este segmento de la población sea más fácil que la asusten porque ya están predispuestas mentalmente.
Ahora bien, para crear un miedo muy intenso las historias de terror se valen de una amplia gama de situaciones, temores, seres (fantasmas, demonios, extraterrestres, zombis, perros de ultratumba, etc.) , escenarios, bichos, etc.

Como muchas personas, por cierto, algunas veces he fantaseado con escribir algunos pensamientos, poemas, cuentos, historias de terror, declaraciones de amor, etc. Y, algunas veces las he plasmado virtualmente. No obstante, cuando leo y releo, cuando leo a diferentes escritores, borro mis “Best sellers”(ironía), ya que los considero textos paja. Tal vez en un futuro cuando haya devorado más y más escritos, como me recomendó Rubem Fonseca en uno de sus libros, claro, me anime ha hacerlo.

Considero que las personas que deciden llevar un diario lo hacen, uno, para mantener más precisos los recuerdos, ya que la memoria entre más los procesa, a propósito, más los distorsiona; dos, para llevar un registro de su día a día y, con el paso del tiempo, analizarse; tres, como medio de catarsis, ya que al escribir se liberan emociones, sensaciones, lo cual es sano para nuestra mente, alma.
Asimismo, la verdad es que no recuerdo haber llevado un diario en mi vida, quizá me equivoque. Lo cierto es que me gusta más leer que escribir. Escribir no se me da muy bien por esa obsesión de que todo me parece una prolongación de un texto barato.

Para creerle a determinada persona que ha presenciado un fenómeno paranormal, de entrada, tendría que analizar distintas variantes como que tan impresionable es, si es una persona crítica, si es una persona que se traga cualquier bagatela, si es alguien que cuestiona todo, si es alguien que sopesa las diferentes explicaciones, etc. Si el sujeto cumple con mis filtros pues, sin duda, le creería.

El qué un final sea claro o ambiguo no genera una predilección en mí, ya que lo que me interesa es que tan “bien” este planteado el texto. He leído varias historias muy buenas que utilizan, de hecho, tanto uno como el otro. Por ejemplo, hay un cuento que se llama Los ángeles de las marquesinas del escritor Rubem Fonseca, el cual es muy claro y no deja nada a las interpretaciones, pero que te sorprende. Por el otro lado hay una antología que se llama Madrid negro, de varios escritores españoles de novela negra, que manejan muy bien, varios textos, los finales ambiguos, que te producen esa sensación de querer saber más, de sobre analizar la historia para descubrir nuevas pistas o incluso crear teorías.


No hay comentarios:

Publicar un comentario