sábado, 21 de abril de 2018

Segunda sesión de Otra vuelta de tuerca




Las principales razones por las que son diferentes los avistamientos de fantasmas hehcos por niños al de los adultos, por un lado, tiene que ver con la concepción casi generalizada que se tiene de los primeros, ya que se les atribuyen características (algunas sesgadas) como la bondad, la inocencia, la pureza,  la verdad, la vulnerabilidad, la semilla de la siguiente generación,  etc., que hacen que el impacto sea más fuerte en nosotros. Por el otro, se suele, muchas veces, asociar el que hayan visto fantasmas con el producto de su imaginación desbordante, además de que se tiene concebida la idea de que no tienen los filtros que tiene un adulto.

Creo que el hecho por el cual la institutriz está tan aislada de los demás habitantes del lugar, se debe a su personalidad un tanto retraída, un tanto introvertida, por lo que le resulta más complicado relacionarse con otras personas con las que no se encuentra obligada a interactuar.

Considero que en el texto se pueden encontrar varias referencias al mar porque, en el fondo, el escritor plasmo en el libro lo que experimento al ver aquella inmensidad de agua salada capaz de matar, aquella soledad que se siente al estar lejos de suelo firme, aquella violencia que se presenta en forma de tormenta, aquella sensación de perdida de control, un control ilusorio, aquella sensación de saberse extraviado, aquella sensación de verse empequeñecido por la inmensidad.

La institutriz se identifica con los sentimientos, sensaciones, de un capitán de barco a merced de las inclemencias del mar, porque lo que experimenta se asemeja mucho a la sensación de estar a la deriva, de ver cosas y sucesos y situaciones sobre las que no se tiene el control, tener miedo ante el horizonte de sucesos nuevos. Y es que dejar el mundo en el que se ha crecido, recoger amarras y zarpar hacia nuevos destinos, en ocasiones elegidos, en ocasiones impuestos, no es tan sencillo, requiere de trabajo. La insatisfacción nos impulsa, el miedo nos frena.

Con respecto a la posible existencia  de los fantasmas en el libro, de hecho, se pueden tener tres lecturas, primera, que sean ilusiones de un cerebro con fallas o con una enfermedad (la esquizofrenia produce alucinaciones), dos, que la institutriz posea una sensibilidad sobrehumana que le permita percibir seres que están más allá de nuestra dimensión, tres, que tenga una imaginación desbordante capaz de crear proyecciones.
Yo apuesto a que todo aquello es producto de la mente de la institutriz, pues nadie más los ha visto, a propósito, ni los niños (ellas supone que los ven). No hay un punto de comparación. A todo esto, el cerebro es una maquina que puede crear lo que nosotros queramos, solamente basta con ver videos de internet para comprobarlo.

Acerca de los temores de la institutriz con respecto a los niños y los posibles riesgos que corren por los entes malvados que los acechan para realizar todo tipo de perversiones, tengo tres ideas, primera, que abusen sexualmente de ellos (los principales abusadores son personas cercanas), segunda, que los golpeen, que los torturen, tercera, que los traten de asesinar.

El hecho de que no tengamos todos los detalles de lo que acontece en Bly, de la historia, por cierto, se debe a que de esta manera cada lector crea una historia diferente, rellena los huecos según su forma de ver al mundo, para crear tensión, para intrigarnos (somos seres curiosos). Además, en el fondo, las personas nos sentimos incomodas cuando desconocemos algo, cuando ignoramos cosas, por ello preferimos crear teorías, muchas veces deschavetadas, antes que aceptar que somos ignorantes.



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