miércoles, 12 de octubre de 2016

La muerte



Recordaba ahora Soledad aquella historia que le contaron años atrás de un niño de Perú que tenía una boa como mascota. El chico había incubado el huevo él mismo, había visto salir a la serpiente de entre las cáscaras y le tenía un comprensible aprecio. El joven reptil dormía con el niño en la cama, aprovechando su calor. Pero, curiosamente, todas las noches, antes de enroscarse, la boa se estiraba todo lo larga que era y permanecía muy quieta y muy gida durante unos segundos junto al pequeño. Nadie sabía por qué hacía eso, hasta que un día acertó pasar por allí un zoólogo: <<La boa te está midiendo –le dijo al niño-. Cuando sea más grande que tú, te comerá>>. Así era la muerte, pensaba Soledad. Se enrosca en la cama junto a nosotros, pero cada noche nos medía para ver cuando podía tragarnos. Quizá fuera por eso por lo que a ella le costaba tanto dormir. (La carne, Rosa Montero).    

No hay comentarios:

Publicar un comentario