jueves, 14 de abril de 2016

Segunda sesión de Diccionario de nombres propios



La forma en la que la escritora nos narra el inicio de la historia/vida de Plectrude, desde la relación de sus padres, los problemas a los que se enfrenta la joven pareja, las cavilaciones de la madre y su indisposición por permitir que su futura hija/hijo (no sabían el sexo) se llame Tanguy futbolista o Joëlle pesada, así como el asesinato de Fabien y el suicidio de Clémence, deja “ver” que, muchas veces, la tragedia y la comedia se mezclan cual harina con leche y huevos. También se podría decir que de tan trágicos que resultan algunos hechos en la historia, llegan a ser cómicos.

Clémence en su papel de mamá ha hecho cosas que a simple análisis no parecen malas, no obstante en el fondo han perjudicado a su hija. Y no es que Clémence se haya prometido joderle la vida a su retoño, sino que en su afán de crear mundos hermosos como el aspecto de su hija, entre otras cosas, en cierta forma, la aisló del mundo real en donde las cosas y acciones no siempre son bellas como aquellos mundos que creaba. Así, cuando Plectrude se enfrentó al mundo cotidiano no se adaptó en su totalidad. Otro caso similar al anterior se da cuando Clémence vive a través de su descendiente, promesa del ballet, cosa que a ella le hubiera fascinado pero vio truncada esa meta, y, entonces, en su afán de vivir lo no vivido no ve que su hija se está matando de hambre, que ya no es feliz, que vive ausente, que es un esqueleto. En fin, vive cegada.

Ahora bien, creo que la madre de Plectrude presenta características tanto de hada madrina como de bruja. Pues si bien le concede sus deseos a su hija, éstos, en ocasiones, son más bien maleficios. Lo que me lleva a pensar que no todo lo malo es malo ni que todo lo bueno es bueno, ya que en ocasiones lo bueno se disfraza de malo y viceversa.

Con respecto al comportamiento de la madre, de la historia que estamos leyendo, que sin duda debe de haber varias en la vida real, tengo dos puntos, primero, que le está jodiendo la vida a su hija, segundo, que le hace falta sopesar más sus decisiones, analizarlas, ver los pros y los contras, y después elegir. 

Plectrude quiere estar segura de sus gustos, no le llaman la atención las cosas que no son interesantes y pierde el interés, detesta la inmovilidad, se muestra distante con aquellas que reclaman su amistad, le gustan los seres que nacen en la oscuridad, posee una forma particular de pensar, cree que el secreto de sacar buenas notas radica en no pensar, sacar lo primero que venga en mente.

Ahora, lo que los otros piensan de ella es lo siguiente: tiene suficiente personalidad, es un ser excepcional, es una pésima alumna, es un ídolo del baile, es vista con malos ojos, es retrasada, es un genio, muy delgada, vacía, es bonita.  

Las opiniones de los demás no muestran cómo es Plectrude, ya que suelen ser engañosas o contradictorias. Por ejemplo, la maestra en un inicio cree que Plectrude es retrasada por su desempeño escolar, sin intuir que no se debe a un retraso intelectual, sino a que simplemente no le interesa. Más tarde cuando la niña es sometida a un test para aclarar su supuesto retraso, el azar hace que su situación cambie y que ahora se le considere un genio, cuando tampoco lo es. Algo similar a lo anterior sucede con sus compañeros. Asimismo, la madre idealiza a la hija de tal manera que todo en su hija está bien, todo es excepcional, es un ser sin igual, cuando hay aspectos que no me atrevería a decir que están bien, verdad.

Plectrude es una niña que en sus primeros años la pasó muy bien en los mundos llenos de hadas, vestidos, alfombras, bailes, pastelillos y música, mundos artificiales creados por su madre. Sin embargo al llegar a cierta edad tuvo que entrar  a la escuela y dejar aquellos mundos prefabricados. Fue entonces cuando descubrió que la vida tenía una parte menos interesante, con los niños y sus charlas incoherentes, la maestra y su palabrería con sentido pero aburrida. Y no es que fuera menos inteligente que los demás, simplemente sus interese eran otros. Así pues, a partir de aquel día comprendió que en lo referente a sus estudios, lo mejor sería no pensar tanto y soltar lo primero que se le viniera en mente, mientras que en la danza enfocaría toda su fuerza e interés. Fue ese interés, precisamente, lo que más tarde daría pie a su obsesión, misma que abriría camino a un vacío dentro de ella. Plectrude cuya llegada al mundo fue trágica, pareciera que su vida va encaminada a la tragedia.

La razón por la que Plectrude se interesó en los libros es porque el libro de cuentos se le manifestó como un manual de instrucciones, al cual tenía que seguir al pie de la letra si quería convertirse en una princesa como la de las ilustraciones. A partir de entonces, supo que en adelante la lectura le iba a ser necesaria para alcanzar aquella meta.

Recuerdo que uno de los primeros libros que despertó mi interés en la lectura fue Juan Salvador Gaviota de Richard Bach. Esto porque cuando lo leí descubrí que los libros eran puertas que te trasportaban hacia otros mundos. O puentes que te acercaban a otras mentes. Y desde entonces sigo sumergiéndome en sus aguas llenas de mayúsculas, minúsculas, signos de puntuación, incluso, ilustraciones, para empaparme de tan fecundas aguas.

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