jueves, 23 de abril de 2015

Segunda Sesión Coraline



De entrada, considero que los cuentos de hadas tienen más similitudes con la vida real de lo que pensamos. Esconden dentro de sus letras estáticas acontecimientos que todos experimentamos e imaginamos. Tal vez en el día a día no nos enfrentamos con bestias aladas y voladoras, sin embargo  hay personas que actúan como si lo fueran. O, en ocasiones son nuestros pensamientos negativos los monstruos que nos persiguen, acechan, listos para devorarnos si se los permitimos. Se dice que dentro de cada persona se esconde una fuerza, un poder, que una vez descubierto nada lo para, la confianza en uno mismo.

Coraline es un libro dirigido tanto a niños como a sus padres, pues representa la manera en que se está educando y criando en la actualidad. Además, nos enseña las necesidades de los niños y niñas, como jugar con sus padres, la atención que requieren, tan necesaria, el amor, los momentos de calidad. Mientras que por el otro lado ilustra como se comportan una gran cantidad de madres y padres, ya que sienten que sus obligaciones son: hogar, escuela, ropa, juguetes, pero se olvidan de que lo esencial es invisible a los ojos, como lo dice el principito.

Los padres de Coraline son dos adultos que viven presas de sus trabajos. Su día a día gira en torno a su computadora y a sus investigaciones. Pareciera que les molesta que su hija quiera pasar tiempo con ellos, pues enseguida le piden que haga otras cosas, para que así deje de molestarlos.

Hay una frase que dice: Las personas tienen hijos pensando que van a ser mejores padres que los suyos, pero la verdad es que no. Terminan jodiendo la vida de sus hijos, y luego éstos se las terminan jodiendo a ellos.

Coraline es una niña a la que le gusta explorar el mundo. La curiosidad, su principal motor, la incita a romper los límites que le han sido impuestos por sus padres. Lo prohibido, en lugar de apagar sus aspiraciones de ir más allá, de conocer nuevos mundos, territorios, personas, las enciende cual mechero de Bunsen. Después de todo, los humanos constantemente vamos más allá.

Tanto el gato con el que se encuentra Alicia, como con el que se encuentra Caroline, son muy parecidos. Ambos responden muy bien a las preguntas, lo que pasa es que las preguntas tienen muchas respuestas y, en ocasiones las respuestas despiertan otras preguntas. Sin embargo, creo que el gato con el que se cruza Coraline, realmente trata de ayudarla, pero se desespera porque la niña tarda en comprender algunas cosas que para él son más que obvias.

Hace unos dos o tres años leí una hoja de un libro que me gusto mucho. No sabía el nombre del libro ni del autor, pero recordaba algo sobre los nombres de las personas y un gato. Durante un tiempo lo busque sin resultados positivos. Y cuando menos lo esperaba, aparece. Ahora se que el libro se llama Coraline. Lo que leí fue lo siguiente:


-Perdóname, por favor. ¿Cómo te llamas? Mira, yo soy Coraline, ¿vale? El gato bostezo cautelosa y prolongadamente, revelando al hacerlo una lengua de un asombroso color rosa.
-Los gatos no tenemos nombre.
-¿No?- dudó Coraline.
-No- corroboró el gato- Vosotros, las personas, tenéis nombres porque no sabéis quiénes sois. Nosotros sabemos quienes somos, por eso no necesitamos nombres.

A Coraline le gusta el otro mundo porque en el se encuentra un padre y una madre que le prestan atención. Además, cocinan comida muy deliciosa. En aquel lugar puede encontrar lo que tanto anhela, que sus padres se den cuenta de sus necesidades.




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