En el fondo, creo que los
humanos sentimos curiosidad por comprender todo o casi todo lo que hay en el
universo. Queremos sentir diferentes experiencias, placeres, dolores,
sensaciones, porque lo que nos intriga nos atrae. La curiosidad es una semilla,
metafóricamente hablando, que germina dentro de todos, sólo que en algunas
personas se reprime, en otras sigue germinando. Esa semilla nos impulsa a
seguir hacia adelante, porque nuestra especie es exploradora, le gusta
descubrir nuevas cosas. Incluso en la actualidad necesitamos viajar como
nuestros ancestros nómadas, esa necesidad de ver diferentes entornos, colores y
de probar sabores y experimentar nuevas sensaciones, sigue latiendo dentro de
nosotros, sólo que ahora lo hacemos de manera virtual, en muchas ocasiones.
No obstante, nos podemos
llevar grandes sorpresas al explorar, ya que podríamos descubrir acontecimientos que no
entendamos por completo. O que nuestro cerebro no acepte lo que está
presenciando, como en Matrix. O
alguna bestia que reclame sangre y tengamos que luchar por sobrevivir. Esta
bien que seamos curiosos, pero hay que tener prudencia, digo.
Me parece que durante mucho
tiempo el sistema relego a las mujeres a un segundo plano, bueno, aún. No se
les permitía estudiar, escribir, hacer música, construir, pensar. Incluso, en
los lugares en donde se encontraban personas inteligentes <<en donde uno
pensaría que comprendían la situación>>, no las recibían con los brazos
abiertos. El único papel que se les asignaba era el de servir a los hombres. De
ahí que las princesas sean tan populares, porque dentro del inconsciente
colectivo de las sociedades todavía siguen vigentes algunas ideas sobre las
mujeres. Por ejemplo, que necesitan de un hombre que las salve, las cuide, las
haga felices, o que las complete. Ahora bien, en los tiempos que corren y desde
antaño, las mujeres han optado por romper varios esquemas, construir puentes
para las que vienen, dejarles otros ejemplos. Otros modelos empiezan a surgir
para las niñas.
Quiero pensar que los
cuentos clásicos (algunos, ojo) todavía pueden enseñarles algo a los niños y
niñas de ahora, si bien, los tiempos modernos son presas del capitalismo
salvaje, el consumismo sin sentido, la esclavitud tecnológica y la estupidez.
He visto algunos niños y niñas que se resisten a seguir ese camino. Y que mejor
maestro que un libro, un cuento clásico con su moraleja.
Sin duda el método 4-2-1
crea o creará niños y niñas que consideren que todo les pertenece, poca
paciencia para con sus semejantes, berrinchudos, mal educados, débiles, consumidores hasta más no poder, cero empatía, personas que dejaran el
mundo más mierdoso de lo que ya está.
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