miércoles, 29 de octubre de 2014

Tercera Sesión La caverna de las ideas.




“Yo no quiero ser intelectual. Los intelectuales son los que divorcian la cabeza del cuerpo, yo no quiero ser una cabeza que rueda por los caminos; soy una persona, una cabeza, un cuerpo, un sexo, una barriga… pero no un intelectual… ¡abominables personajes! Ya lo decía Goya: ‘La razón genera monstruos’. Cuidado con los que solamente razonan. Hay que razonar y sentir, y cuando la razón se divorcia del corazón ¡te convido para el temblor! porque estos personajes te pueden conducir al fin de la existencia humana”. Eduardo Galeano.

Un mundo poblado por sólo un tipo de personalidad, tarde o temprano colapsaría. Lo ideal es o sería, encontrar un equilibrio, aprender a controlar los pensamientos obsesivos cuando no los necesitamos, pensar eficientemente pero sin dejar a un lado los sentimientos, el sentir. Uno pensaría que en un mundo intelectual las cosas irían mejor, sin embargo, no necesariamente sería así. Pues muchos personajes intelectuales también han cometido atrocidades dignas de la estupidez.  Por otro lado, la espiritualidad se basa en argumentos que no se pueden probar, cosas invisibles, y hasta en cierto punto, cosas inexistentes, como cuando se va a las pirámides a cargarse energía positiva. Por ultimo, las personas con una personalidad impulsiva, toman decisiones  con poco análisis, no suelen sopesar los pros y los contras, simplemente lo hacen. 

Si bien, somos seres con la capacidad de pensar abstractamente, lo cual nos ha permitido generar una gran cantidad de conocimiento y “bienestar”, también es cierto que somos seres emocionales. Las emociones nos permiten apreciar de una manera estupenda lo que acontece a nuestro alrededor, y no se trata de darle rienda suelta a lo que sentimos, pues también hay emociones destructivas; se trata de aprender a controlarlas, logrando con ello, un equilibrio entre nuestra capacidad de pensar y nuestra capacidad de sentir.

Con respecto al argumento que dice Diágoras, me parece que puede tener dos interpretaciones. Primeramente, se podría aplicar al mundo actual, en cuanto a cierto tipo de contenido que crea el sistema, en donde lo que se pretende, es educar a las personas a no pensar o a que piensen de determinada manera, a ser seres que necesitan consumir de una manera desenfrenada para ser felices (crear necesidades para luego vender las soluciones). El sistema puede perdonarte todo, menos que fracases, porque el éxito lo es todo. No importa si lo que vendes es basura, si eres un asesino, un idiota, si los contenidos de tus libros son de superación personal barata, cayendo en sectas, o si te aprovechas de otras personas, lo que realmente importa es el éxito, y no el ser humano que seas.

Ahora bien, para la segunda interpretación, retomare lo que el narrador nos describe, con respecto a lo que siente Diágoras:


Diágoras siempre se había sentido inquieto frente aquellas obras atormentadas. ¡No le sorprendía en absoluto que disgustaran tanto a Platón! ¿Dónde se hallaban, en tales espectáculos, las doctrinas morales, las normas de conducta, el buen hacer del poeta que debe educar al pueblo, el...?


De entrada, no creo que el hecho de que una persona presencie un espectáculo con doctrinas morales, normas de conducta, necesariamente  las aplique en su vida diaria, o se ponga a reflexionar. Quizá puede fingir que es virtuoso, pero si se le observan sus acciones, seguramente descubriremos una cara oculta, como con los efebos.

Puede ser que el Traductor este buscando un mensaje oculto en donde no lo hay. O tal vez este descubriendo que el autor creo una especie de juego, en donde se le involucra. En cualquier caso, el autor nos deja algunas pistas en el texto:


Aquel que siempre está buscando explicaciones corre el riesgo de inventarlas.

He aquí la advertencia que hago a todos los que buscan afanosamente claves ocultas: tened cuidado, no sea que, confiados en la rapidez de vuestras alas, no os percatéis de que voláis a ciegas.

Se llama el Traductor. El hombre que pretende descifrar el misterio de un texto escrito en otro lenguaje sin percibir que las palabras sólo conducen a nuevas palabras, y los pensamientos a nuevos pensamientos, pero la verdad permanece inalcanzable.


Sobre el siguiente punto, me parece que el autor decidió dejarnos sólo un par de fragmentos de la orgía, con el fin de que cada lector la reconstruyera a su manera, con las palabras que quedan. 


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