viernes, 23 de mayo de 2014

Tercera Sesión de El reino de este mundo.




Cuando los amos blancos se enteraron que en Francia se habían declarado los Derechos Humanos del Hombre, se enfurecieron, se mostraban molestos ante la idea de qué a los negros se les considerara humanos. Ridiculizaban la idea de la igualdad entre las razas, que proponían unos locos utopistas. 

Los hombres que tienen poder siempre le han temido a la igualdad entre los seres humanos, porque si ésta se diera, los privilegios de unos pocos o muchos (dependiendo del caso), se acabarían. Y eso les aterra. Por ello, hacen todo lo que este  a su alcance para justificar su modo de actuar, descalifican aquello que les incomoda, silencian a las personas si es posible.

Durante mucho tiempo se pensó  que había razas superiores y razas inferiores, incluso algunas personas buscaban hechos científicos que demostraran la veracidad de sus ideas. Pero nunca las encontraron, al contrario, la ciencia demostró que todos los seres humanos somos descendientes de un grupo pequeño de personas, que salieron de África con el objetivo de expandir sus genes. 

Los amos blancos cometieron un número de atrocidades muy grande: violaban a las mujeres, golpeaban a los hombres y mujeres, asesinaban a sus esclavos, no los alimentaban bien, los mantenían cautivos. Sin embargo, ellos consideraban a sus esclavos como salvajes, ¿no les parece una contradicción?

Pauilina Bonaparte sobrevive al levantamiento de los esclavos y a la epidemia, porque supo cuando resguardarse de los peligros en la Isla de la  Tortuga. Si bien, Paulina amaba a la isla en un principio, cambio de parecer después  de que murió su esposo. Ahora el trópico le parecía abominable, con sus buitres a la espera de los cadáveres, y la muerte rondando sin descanso. Fue así, que sin pensarlo mucho, se embarcó presurosamente a bordo del Swítshure, con rumbo a Paris. Buscaba dejar atrás el pasado y seguir hacia adelante. Por el contrario, Monsieur Lenormand no supo dejar atrás el pasado, es más ni siquiera supo cómo continuar. Esto ocasiono que Lenormand acabará sumido en la miseria económica  y espiritual. 

Monsieur Lenormand llegó a tiempo para impedir que Ti Noel y doce esclavos más fueran ejecutados a machetazos. Eran las últimas posesiones que le quedaban después del levantamiento de los esclavos y, entre todos valían seis mil quinientos pesos españoles, que no se podía permitir desperdiciar, ya que no le quedaba nada más. Fue así como decidió partir rumbo Cuba, en donde vendería a sus esclavos en el mercado de La Habana.

En Cuba, Monsieur Lenormand se deshizo de sus esclavos, ya fuera para jugarse el dinero en cualquier garito, pagar sus cuentas, o llevarse a negras. El último en cambiar de amo fue Ti Noel, quien paso a ser propiedad de un terrateniente santiaguero, por un órdago de mus. Con su  amo criollo conoció una vida mejor que con los amos franceses. El terrateniente le daba un aguinaldo cada año, y Ti Noel lo guardaba con esmero, para poder pagar la suma que le exigiera el patrón de un barco pesquero para viajar en cubierta. En aquel barco pesquero, Ti Noel huía de la esclavitud, con rumbo hacia la isla en donde había nacido, una tierra en que la esclavitud había sido abolida para siempre, o eso creía.

Una vez que Ti Noel llegó a Haití, se dirigió hacia la antigua hacienda de Lenormand de Mezy. Al llegar, se dio cuenta de que todo había sido destruido, ya sólo quedaban escombros. Sin embargo, aquel paisaje lo hipnotizo, el ver destruida la hacienda en donde muchos años había sido esclavo, era como sí por fin obtuviera la libertad, como si por fin le hubieran quitado las cadenas.

Yo habría hecho lo mismo que Ti Noel. Pues muchos de los lugares que han formado parte de nosotros, los asociamos con recuerdos buenos y malos. Cada vez que visitamos un lugar que es o que fue importante para nosotros, no solo observamos el lugar, sino que revivimos los recuerdos, las historias, nuestro pasado. Y, en cierta forma, es necesario enfrentarnos con hechos que marcaron el rumbo de nuestra vida, pues al hacerlo nos liberamos de fantasmas que ya no necesitamos.

El estar en una situación de poder con respecto a los otros, hace que las personas pierdan el control, les hace creer que lo que hacen y piensan está justificado. En lugar de buscar mejorar la calidad de los que un día fueran los esclavos de los franceses, ahora ellos se aprovechan y los vuelven a esclavizar (si es que fueron libres alguna vez). 

El problema no está en el color de la piel de los esclavistas, el problema está en la manera de pensar de los humanos. En lugar de aprender de una experiencia atroz, como lo es la esclavitud, ahora los esclavistas negros vuelven a repetir la misma atrocidad, pero con más violencia, más deshumanización, más desprecio, más miseria y más dolor. El mismo Ti Noel nos dice:

Había una infinita miseria en lo de verse apaleado por un negro, tan negro como uno, tan belfudo y pelicrespo, tan ñariznato como uno: tan igual, tan malnacido, tan marcado a hierro como uno. Además, en tiempos pasados los colonos se cuidaban mucho de matar a sus esclavos, por que matar a un esclavo era abrirse una gran herida en la escarcela. Mientras que aquí la muerte de un negro nada costaba al tesoro público: habiendo negras que parieran, nunca faltarían trabajadores para llevar ladrillos a la cima del Gorro del Obispo.









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