jueves, 8 de mayo de 2014

Primera Sesión El reino de este mundo.



Cuando pensamos en la esclavitud humana, seguramente tenemos la idea de que ésta es algo que se superó hace mucho tiempo. Sin embargo, cuando uno se pone a investigar, se da cuenta de que la esclavitud sigue tan vigente como hace muchos años. Pues se siguen secuestrando  personas para después ponerlas a trabajar, ya sea como esclavas sexuales, domesticas, en el campo, en maquilas. Hace unos días se dio a conocer la noticia de que 276 niñas fueron secuestradas en Nigeria, sus captores aseguraron que no las devolverían y que serían vendidas como esclavas. Entonces, uno se pregunta: ¿cómo es posible que siga sucediendo esto? 

¿Qué harías si te vendieran como esclavo junto con otras personas? 

Me parece que los primeros días hablaría poco, tanto por el shock como por el miedo. Después empezaría a medir la situación, que tan grave es, que probabilidades tengo, que alianzas puedo formar, quien me parece confiable y quién no. También averiguaría los nombres de las demás personas que me acompañan, de donde vienen, porque están allí, sus expectativas de la situación, sus rasgos culturales. Una vez que haya recabado la información necesaria de mis compañeros y de los amos, empezaría a elaborar un plan, ya sea para escapar o para derrocar a los tiranos.

Mis compañeros y yo hablaríamos de todo lo que dejamos atrás, lugares, personas, comida, cultura. Y mientras todos contamos nuestras historias de vida, es indudable que la dualidad de la vida se haría presente. Tal vez perderíamos las ganas de seguir adelante, pero muy pronto nos vendrían a nuestra mente imágenes de personas a las que amamos, un amor que nos espera, una hija, un bebé, una madre, un padre. Precisamente son estas imágenes que asociamos con recuerdos, las que nos harían  seguir adelante. Ah, la esperanza, capaz de mover los cuerpos y al mundo.

Cuando dos culturas chocan, ni una ni otra se impone, por el contrario, las dos se fusionan dando origen a un mestizaje cultural.

En una ocasión me contaron la historia de una niña a la que protegía su Tona. Se contaba que, debido a que el futuro de la niña se veía muy difícil, su Tona se le presento en forma de un perro, situación no muy normal ya que los Tonas solo se les mostraban a los hechiceros y brujos en forma de animales salvajes. Pero en aquella niña hubo una excepción, ya que desde pequeña había sufrido mucho. El perro protegía a la niña y la niña protegía a su Tona. Todos los días, cuando la niña se disponía a ir a cuidar a  los animales o a ir a sembrar y limpiar el campo, su perro ya la estaba esperando. Se decía que el vínculo que los unía era muy grande, y que la protección de su Tona era en realidad la protección de la naturaleza. Los ancianos decían que la naturaleza trataba de hacernos recordar el vínculo que tenemos todos los seres vivos, y que poco a poco hemos ido olvidando. La presencia de aquel Tona era un recordatorio de que la naturaleza aún los seguía protegiendo, y por ello nosotros también debíamos protegerla.

Las historias sobre personajes fantásticos siguen tan vigentes porque nos hacen imaginar sobre situaciones, cosas o personajes que están más allá de nuestro entendimiento. Las personas vivimos en un mundo que nos limita, no nos sentimos libres del todo. Y cuando leemos o nos cuentan alguna historia, la imaginación hace que seamos libres por un momento, que salgamos del cuerpo que nos ayuda a vivir pero que en algunas ocasiones en un medio de contención que nos limita.

Se dice que para que algo suceda se necesita creer, y creo que hay cierta razón en lo anterior, pues el cerebro es una maquina asombrosa que nos permite dar “vida” a casi cualquier cosa. Después de todo, la realidad no es más que impulsos eléctricos que interpreta nuestro cerebro.



Todos los habitantes “originales” de Haití fueron exterminados por los franceses, posteriormente los sustituyeron con esclavos africanos. Tras todos los abusos que cometieron los franceses, los esclavos optaron revelarse y dar muerte a sus amos opresores. Una gran parte de la población africana murió, pero una parte resistió, tal y como siguen resistiendo.  Haití fue la primera república negra en liberarse del yugo de la esclavitud, cuestión por la que la elite blanca los vio con recelo. Los haitianos al igual que nosotros, son producto del mestizaje. Y, al igual que nosotros, han tenido muy presente la pobreza, la represión de los gobiernos, el racismo, la muerte, las desapariciones, pero sobre todo, un estado que actúa en beneficio propio en lugar de actuar por en beneficio de la población.




 
Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido. Desea saber quién es el que le agarra: le quiere reconocer o, al menos, poder clasificar. El hombre elude siempre el contacto con lo extraño. De noche o a oscuras, el terror ante un contacto inesperado puede llegar a convertirse en pánico. Ni siquiera la ropa ofrece suficiente seguridad: qué fácil es desgarrarla, qué fácil es penetrar hasta la carne desnuda, tersa e indefensa del agredido.
ELIAS CANETTI, Masa y poder.

Los seres humanos le tenemos miedo a lo desconocido. Nos aterra pensar que no tenemos el control sobre las cosas, acontecimientos o situaciones, pues, de ser así, nos volvemos vulnerables, y ¿a quién le gusta sentirse vulnerable?, probablemente a nadie. Es entonces que, la mercadotecnia se ha encargado de explotar al máximo este instinto.

Los zombis son muertos que han sido “despertados de la muerte”, una masa de personas con un apetito muy grande por la carne, y que no tiene la capacidad de pensar. Los zombis son personajes anónimos, incapaces de recordar cosas sobre su pasado. Y que representan el miedo que siente la humanidad, un miedo que nos carcome lentamente y que tiene que salir de una manera u otra, una catarsis. 

Los zombis se han vuelto tan populares porque son una representación de nuestro temor, de la descomposición social y afectiva. Los zombis representan aquello que está pero que a la vez no: nosotros. Las personas muertas que se arrastran o que deambulan en busca de carne fresca, bien podría ser una representación de los humanos. Lo que nos hacemos unos a otros, bien podría considerarse un canibalismo, una búsqueda de carne fresca.




 







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