viernes, 16 de mayo de 2014

Segunda sesión El reino de este mundo.



El personaje de Mackandal representa la figura del líder revolucionario que lucha contra la opresión, la injusticia, la tiranía de los blancos, aquel mesías que liberara a los oprimidos y, que tras su asesinato se convertirá en una figura mítica. Mientras que el personaje de Ti Noel hace referencia al individuo común, al individuo “de a pie”, al individua anónimo, que ante la realidad tiránica que lo acongoja constantemente, lucha una y otra vez movido por la esperanza.

En nuestro país se nos ha repetido constantemente la idea de que la revolución se consumó, nada más falso. La “revolución” mexicana no fue más que un simple levantamiento armado, en donde murieron un montón de campesinos anónimos, descalzos, pobres, armados solamente con herramientas de labranza. Y, que se apagó tan rápido como surgió. De la revolución solo han quedado un par de personajes míticos y un montón de revolucionarios, que pasaron a ser los nuevos opresores, caciques y diputados.

Ti Noel ve a Mackandal como su líder político, un salvador que lo liberara del yugo blanco. Por ello, tiende a idealizar al mandinga, lo que genera que sienta una atracción hacia él.

Mackandal solía describir hechos que habían ocurrido en los reinos del Popo, de Aranda, de los Nagós, de los Fulas. Describía vastas migraciones de pueblos, de guerras mundanas, en donde se encarnaban grandes batallas, en las que hasta los animales participaban ayudando a los hombres. Conocía la historia del Rey de Angola, del Rey Da. Pero sobre todo  le gustaba hablar de Kankán Muza, el fiero Muza, hacedor del invencible imperio de los mandingas. Aquellos reyes eran reyes de verdad. No como los reyes de Francia o España, en donde el rey enviaba a sus generales a combatir. Por el contrario, en África, el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote. En Gran Allá, había príncipes duros como la roca, y príncipes que eran el leopardo, y príncipes que conocían el lenguaje de los árboles, y príncipes que mandaban sobre los cuatro puntos cardinales, señores de la nube, de la semilla, del bronce y del fuego.

Cada vez que Mackandal les cuenta una historia, no lo hace con el fin de entretener, lo que busca es despertar en los esclavos la idea de que ser negro no es sinónimo de esclavo, que la esclavitud es alterable. Mackandal pretende despertar las mentes adormecidas por el adoctrinamiento del amo, no con el presente sino con el pasado, pues el presente solo tiene esclavitud, mientras que el pasado tiene libertad.

Cuando Mackandal pierde  el brazo, su amo lo destina a guardar el ganado, ya que su nueva condición le es inútil para trabajos mayores. El mandinga llevaba al ganado hacia la montaña, en donde crecía un pasto espeso, que  guardaba el rocío hasta bien entrada la mañana. Observando las plantas a su alrededor, antes desdeñadas, surgió un extraño interés por descubrir la vida secreta de las especies. Descubrió una enredadera que producía escozores, otra que hinchaba la cabeza. También descubrió hongos que olían a carcoma, a redoma, a sótano, a enfermedad. Nuestro personaje deshacía la pulpa de los hongos entre sus dedos, para después olerlos y descubrir que tenían un aroma similar al del veneno. Y para comprobarlo, se lo daba  a oler a una vaca, ésta al olerlo enseguida se apartaba asustada.

En una ocasión Mackandal y Ti Noel le suministraron una dosis de  jugo de hongo a un perro. El perro tuvo violentas convulsiones, y después de un tiempo murió.

Mackandal aprendió una parte sobre los venenos por cuenta propia, la otra parte la aprendió de una bruja con la que intercambiaba conocimientos.

Las  señales que los esclavos interpretaban como metamorfosis, no eran “reales”, eran producto de la fe que tenían depositado en Mackandal. Pues el mandinga era un hombre al que se le atribuía conocer los secretos de la naturaleza, y que había preparado un veneno para acabar con el hombre blanco. Esto convenció a los esclavos de que Mackandal tenía poderes sobrenaturales.

Los esclavos creen firmemente que Mackandal escapó en una última transformación y, que volverá para liberarlos de la esclavitud en un futuro. Sin embargo, Mackandal muere quemado en el fuego. El mismo autor nos dice: 

Pisaba yo una tierra donde millares de hombres ansiosos de libertad creyeron en los poderes licantrópicos de Mackandal, a punto de que esta fe colectiva produjera un milagro el día de su ejecución.

El cerebro es el que nos hace creer determinadas cosas. Por ejemplo, cuando tocamos un objeto, tenemos la sensación de que lo estamos tocando, sin embargo, nunca lo tocamos. La razón se debe a que los átomos del objeto  y nuestros átomos se repelen, no obstante, nuestro cerebro nos hace creer que tocamos a las cosas.

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