miércoles, 9 de octubre de 2013

Círculo de lectura EAD. Pedro Páramo del escritor Juan Rulfo.






En la mayoría de los pueblos mágicos se pueden observar iglesias, esto nos dice que la religión es muy importante para estos municipios y que muy probablemente ésta influya en las costumbres y tradiciones. También podemos observar lugares realmente hermosos, además, arquitectura muy impresionante. Pero creo que estos pueblos no representan a la mayoría. ¿Por qué?, porque México es un país de indígenas y,  a lo largo de los años se les ha invisibilizado. ¿Cuántos de estos pueblos mostraran al México que permanece oculto?, creo que ninguno, porque la intención de llamar a estos pueblos mágicos, es atraer el turismo y crear la imagen de que en México la mayoría de los pueblos son así. Pero sabemos que no es así, y que la mayoría de los pueblos están desapareciendo por falta de oportunidades o por la violencia que hay en sus comunidades. Cabe también resaltar, que en muchos de los pueblos de México, aún persiste la sombra del oscurantismo religioso y la cerrazón de sus habitantes.

Existen mitos que afirman que los fantasmas existen, hasta hay algunos que tratan de apoyarse en la ciencia para hacerlos más creíbles, pero yo no creo en ellos. En algunas ocasiones me sucedieron cosas que en un primer juicio me parecieron sobrenaturales, pero al analizar los sucesos detenidamente y con apoyo de información científica, pude resolverlos. Creo que la mayoría de las personas que afirman haber visto fantasmas son víctimas de su propia imaginación, ya que el cerebro es una maquina muy poderosa que puede hacernos ver cosas que no existen. Aunque debo admitir que hay sucesos que ni la ciencia ha podido explicar  y eso da pauta para que hayas diversas interpretaciones. 

"El mexicano frecuenta a la muerte, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor permanente". Octavio Paz.

La relación del mexicano con la muerte es muy cercana, porque en este país todos los días nos cruzamos con ella en calles, avenidas, en el transporte, en el trabajo, en el día a día. Aunque los mexicanos digan que se burlan de la muerte, es sólo una manera de exteriorizar el miedo que les provoca la idea de morir (en México es más fácil morir que tramitar algún documento). La angustia que produce el no saber que hay después de la muerte, se resume en toda clase de ofrendas, rituales, creencias que le brindan al mexicano la oportunidad de darse una explicación para lo que indudablemente nos sucederá a todos.
La muerte más que una enemiga, es una compañera de vida, pues va creciendo con nosotros e irremediablemente un día nos iremos con ella.

Creo que cada vez más las familias han ido perdiendo la memoria familiar y, tomo como ejemplo, el caso mío, ya que desconozco a gran parte de mi familia, tal vez en algunas ocasiones me he topado con familiares y ni cuenta me he dado. Con respecto a la memoria histórica estamos cada día peor,  esto lo digo, porque, cómo es posible que personas o instituciones que le han causado un gran daño a este país anden por ahí impunes. Recientemente cuando se conmemoro la represión al movimiento de 1968, en mi trabajo varias personas  alegaban que eso ya había pasado hace mucho tiempo, que para que seguían reuniéndose, que ya era sólo show. Cuando les pregunte que me podían decir de lo que ocurrió en esa fecha, nadie supo responderme correctamente.
 
A lo largo de nuestra historia como país, se ha exigido justicia, este reclamo sigue tan vigente como ayer.
El conocer nuestra memoria familiar nos permite construir una red de apoyo que todo ser social necesita para tener una mejor calidad de vida. Por otra parte, al conocer nuestra memoria histórica podemos evitar que se repitan acontecimientos que marcaron a nuestro país, además de exigir que se haga justicia. Cuando las personas olvidan su pasado tienden a repetir lo mismo, por ello, es necesario tener siempre presente nuestra historia, tanto personal como histórica.

Los mexicanos somos personas contradictorias, en un momento podemos decir que estamos orgullosos de nuestra gente pero discriminamos a todo el mundo; podemos decir que estamos orgullosos de nuestra cultura pero muy pocas veces nos adentramos a conocerla; podemos decir que los mexicanos somos personas cálidas pero en las calles nos comportamos con egoísmo; podemos decir que somos solidarios pero los migrantes no opinan lo mismo. Y a pesar de todo, tengo esperanza, porque he conocido a personas (las menos) que están comprometidas con un mejor país y, cada una de ellas deja un camino para que en un futuro vengan más.






 



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