Con respecto a qué si hay
alguna diferencia entre escribir un diario, un recuento de observaciones,
listas, pues diría que cada uno tiene sus particularidades, la estructura que
deben seguir, su forma.
El hecho de que los
japoneses del siglo X practicaran, tuvieran una afición por los diarios
personales, los libros de la almohada,
nos revela que eran personas que les gustaba ejercitar el pensamiento, plasmar
la realidad, enriquecer el espíritu.
Las descripciones de
Kiyohara, según pude “ver”, de hecho, tienen ambos aspectos, críticas,
descriptivas. Un claro ejemplo lo podemos encontrar en el episodio 117, donde podemos
apreciar como, por un lado, nos describe
cómo comen los carpinteros, por el otro, nos dice que no le parece encantador,
no le gusta, se le hace falto de gracia.
El episodio que más me gusto
fue el 92:
Poco después del vigésimo
día del Noveno Mes emprendí una peregrinación al templo de Hase y pasé la noche
en una habitación sencilla. Estaba agotada y me quedé dormida en el acto.
Cuando me desperté, bien entrada la noche, la luz de la luna llenaba la
habitación e iluminaba la ropa de cama de todas las personas en el cuarto. Su
claro y blanco brillo me conmovió. Es en tales momentos que la gente escribe
poemas.
Porque en él se toca el tema
de aquellas situaciones, vivencias, sentires, que nos calan en lo profundo de
nuestro ser, que se nos quedan grabadas por su profundo impacto, que nos
sobrepasan, que nos incitan a plasmar su belleza, su halo sobrenatural.
En un inicio Sei no quería que se conocieran sus escritos, su
diario, porque, primero, pensaba que las personas que allí aparecen no se lo
iban a tomar bien, segundo, porque los sentía íntimos, tercero, porque
consideraba, al compararlos con otros,
con los grandes escritores, que no estaban a la altura.
Ahora, la razón por la cual sigue vigente entre los lectores,
después de once siglos, tiene que ver con la visión que nos muestra, por su
escritura poética (siguiendo la tradición, su padre fue poeta), porque está
bien escrito.
Por lo que se refiere a la selección de dos listas, las
siguientes son las mías:
Cosas y personas que
deprimen
Personas que realizan disparos al aire.
Personas que tiran basura o la queman.
Personas que repiten los mismos patrones sin cuestionarse.
Personas que saben leer pero no lo hacen.
Personas que no son críticas.
Personas que normalizan situaciones aberrantes.
Personas que se victimizan.
Personas que abusan de su poder.
Personas que oprimen.
Libros inflados artificialmente.
Transporte en pésimas condiciones.
Electrónicos desechables.
Productos engañosos.
Cosas que hacen latir
deprisa el corazón
Que alguien te diga, sinceramente, que te quiere.
Ver a alguien después de mucho tiempo.
Un abrazo.
Una historia bien escrita.
Un poema.
Una noticia esperada.
Tocar a un animal.
Un susto.
Tener sexo con alguien a quien amas.
Un temblor.
En ladrido de un perro.
Una muerte.
Un mensaje.
La naturaleza con su hermosura y su brutalidad.
El libro de cabecera
Es un texto, escrito por Sei Shonagon, que reúne descripciones, recuerdos, anécdotas,
situaciones, conductas, listas, del siglo X, en Japón. En él se nos narra lo
que acontece en el día a día, desde su visión, de forma poética, lo que hace
que cada episodio adquiera una profundidad espectacular.
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