sábado, 26 de enero de 2019

Segunda sesión de Edward el Conquistador



En la historia que nos acontece leer y analizar en el Aleph, podemos presenciar, por cierto, la confrontación de dos mentes que sobre determinado suceso tienen ideas y pensamientos diferentes, que chocan, que no son compatibles. Por un lado, Louisa, personaje que cree que sucesos aleatorios tienen un significado oculto (lo que se suele denominar el “pensamiento mágico”), que apunta a la reencarnación del compositor Liszt. Por el otro, Edward,  quien necesita pruebas sólidas y palpables sobre lo que se afirma, no solamente que el gato se siente al lado de esposa cuando interprete a Liszt o que tenga cierto número de verrugas; y está dispuesto a realizar acciones cuestionables para lograr su fin.
Ambos personajes creen que su visión del mundo es la correcta, que el otro es el incapaz de ver más allá de lo tangible, porque su estructura mental así se los dicta; porque hay datos que los empujan en esa dirección; porque fueron educados de esa forma.

La posición del cuento sobre las creencias de los demás, es que en el momento en  que se empieza a tratar de cambiarlas, colonizarlas, conquistarlas,  se inicia la anulación de la singularidad del otro para dar paso a alguien más parecido a nosotros.
Ahora bien, hay que hacer notar que tratar de cambiar la opinión de una persona que tenga ideas que nos parezcan absurdas, en el fondo, va a depender de la subjetividad de cada quien; habrá quien diga que hay que respetar a quien no piense como nosotros; habrá quien decida tomar partido, al considerar que el oscurantismo intelectual nos impide avanzar hacia una mejor sociedad; habrá quien considere –me incluyo- que intervenir, confrontar, con dichas personas, es algo estéril.

Con respecto a la razón por la cual los “Introducidos en la Senda de la Iniciación” tardan tanto en regresar del mundo etéreo al físico, creo que se debe a que éstos, como buenos buscadores de la “verdad”, cuestionaban la visión especulativa de F. Milton Willis, lo que derivaría  en que éste, a modo de vendetta,  los “castigara” de acuerdo a sus creencias.  

La historia que estamos leyendo, sin temor a equivocarme, contiene trazos tanto cómicos, trágicos, de horror.  Cómicos al presentarnos ideas y comportamientos absurdos de los personajes. Trágicos por el asesinato del gato y, posiblemente, el de Louisa, también por lo que puede llegar a realizar una persona para tratar de cambiar el pensamiento de otra, como los extremistas. Horror por lo que sintió Louisa al entrever el destino del gato/músico, y por lo que experimento el gato al sentir su cuerpo arder.

El cuento se llama Edward el Conquistador, porque dicho personaje trata de apoderase y cambiar la forma de pensar de esposa.


Edward el Conquistador

El cuento que leímos en esta ocasión, en el fondo, aborda una de las confrontaciones más vigentes y constantes que se puede dar entre personas que difieren en la forma en qué se explican los sucesos, fenómenos, situación, hechos. Pues cada persona percibe, de acuerdo a diversos factores, de manera distinta su entorno, la vida, el mundo, incluso los libros. Algunas cosas podrán parecernos absurdas porque carecen de sustento, pero en lugar de imponer, quemar gatos, hay que tratar de persuadir, de sembrar la duda. Hay que tratar que el individuo sea el que rompa el cascaron.
   



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