Con
respecto a que si he leído algún libro o visto algunas de las películas basadas
en las historias de Roald Dahl, la segunda opción, en particular, Matilda y Las
brujas, las cuales llegué a ver con mi hermano por el canal 5 hace unos buenos
años. Por aquellos años, haciendo carburar a mi cerebro, recuerdo, vagamente,
que me parecieron buenas, además de que uno se sentía identificado con los
personajes de dichos filmes porque eran niños.
Vale
la pena decir que desconocía a la mente detrás de dichas
historias-¿demostración de ignorancia?-. Ahora bien, de algunos años para acá
que me he percatado, mi radar se agudizo, que una buena cantidad de series y películas,
largometrajes, etc., se basan en libros. Por ello, sobra decir, ahora si algo
que vi me gusto y quiero saber más detalles, busco el libro.
El
hecho de que una historia este acompañada por actos de magia, por cierto, no
implica que ésta sea exclusivamente para niñas, textos laxos, pues hay una buen cantidad de literatura que
utiliza el mencionado recurso y es contenido para “adultos”, contenido, si se
quiere ver de esta manera, bien estructurado, con ideas profundas.
Hay
escritores que escriben para jóvenes, para niños y adultos, cabe resaltar, sin
ningún problema. Lo que buscan es que sus escritos lleguen a más personas,
abarcar un espectro más amplio, sembrar la semilla de la lectura. Creo que el
problema surge con las mentes que son muy rígidas, que desdeñan ciertos géneros
o que estandarizan a la literatura.
La
principal diferencia entre los libros dirigidos hacia niños y los de adulto,
según mi sesgo, es que los primeros se valen ilustraciones, muchas de ellas
preciosas, y de un lenguaje, por llamarlo de alguna manera, más ligero y
descafeinado (no por ello dejan de ser buenas), mientras que algunos textos del público adulto,
verdaderas joyas literarias, manejan ideas abstractas, salvajes, obscuras,
violentas, brutales, provocadoras. Ya me imagino la que se armaría, padres,
madres, partes de la sociedad, si se le diera a leer a los niños algunos
cuentos que retratan lo obscuro de la humanidad, todos pegarían el grito al
cielo.
Uno
de los temas que más ha inquietado a los humanos durante varios siglos, los
mantiene en vela, los hace imaginar, los hace divagar, crear historias, crear
destinos, es la muerte. Los humanos podemos escribir sobre la vida y sus
cuestiones porque la conocemos, pero sobre el “ocaso” solamente podemos
especular. Será que cuando nos llega el fin nos elevamos o descendemos según
hemos obrado, será que trasmutamos en algún animal, será que nuestra alma se
desprende y comienza a viajar, será que volvemos a comenzar y terminar (siempre
jurando recordar y enmendar nuestros errores, pero siempre olvidando y
repitiéndolos), de hecho, en un loop
interminable –me parece aterrador-, será que todo simple y llanamente se acaba.
Ojala y estuviese equivocado y hubiese algo más allá, algo que soy incapaz de
ver y de comprender, pero creo que cuando llega nuestro fin, en el fondo, solo
hay vacío y la nada.
Creo que todos en algún momento de
nuestra vida nos hemos visto obligados a confrontar nuestra opinión sobre
distintos temas, ya que vivimos en un mundo cambiante, por ende nosotros, donde interactúan muy diversas ideas, formas de
pensar, realidades, “puertas”. Ahora, el que cambiemos o no, en realidad, va a
depender de los hechos, de la estructura de los argumentos, de la plasticidad
de nuestra mente, de los dogmas, de lo críticos que seamos. A mí, como buen
amante de la literatura, los libros me han confrontado (y mi hermano) con muy
diversas formas de pensar, de vivir, de expresarse, con mentes que de otra
manera no habría forma de interactuar; los libros me han confrontado y, en el
fondo, me han tocado, me han cambiado.
A lo largo de mi vida he tenido
varias mascotas que van desde pollos, peces, un gallo, periquitos, una perica
guayabera, una gata y seis perros. Al convivir con mencionados animales, y como
buen obseso por entender el mundo, descubrí que cada animal tiene su propia
forma de ser, sus particularidades, que pueden gustar o no a las personas. Así, si bien antes había una predilección por
perros y gatos, en la actualidad hay quien prefiere tener un conejo, un zorro,
un perro lobo, patos, cerdos, reptiles, insectos, caballos, etc., alguna mascota
que vaya acorde con su personalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario