Por lo que se refiere a cómo actúa
Parris, tengo la impresión de que lo que más le preocupa es que la gente se
entere que en su casa hay brujería. Hay
que destacar que es entendible, ya que lo anterior se prestaría para que los
añejos odios entre vecinos, enemigos, cobren venganza. Las acusaciones, los
rumores, arruinarían al reverendo.
Ahora bien, si estuviera en aquella
época con aquel contexto, sin duda que me importaría más lo segundo, ya que
derivado de ello se puede cernir sobre uno el halo de la desgracia, del
oscurantismo, de la superstición, de la muerte.
La razón por la que Abigail y Proctor
hablan de su relación sin tapujos, en definitiva, se debe a que no intuyen,
visualizan, creen, que sus acciones puedan generar consecuencias negativas.
Ambos personajes no son capaces de imaginar el tamaño de los acontecimientos.
Considerando varios de los diálogos de
Proctor, de hecho, se podría sacar la conclusión de que, primero, es una persona
un tanto analítica y escéptica, segundo, poco creyente y crítico de la
religión, tercero, entiende que muchas de las cosas se pueden explicar lógicamente.
De modo que, en el fondo, dudo que crea en la brujería.
En pocas palabras lo que anhela la
señora Putman, por cierto, es averiguar mediante los ritos de Tituba quien es la bruja asesina de sus ocho hijos.
Situaciones desesperadas, acciones desesperadas.
Teniendo en cuenta que Giles es un
viejo de 80 años, la memoria ya le falla (no recordó porque no podía decir las
oraciones), no le importa lo que la gente hable, carece de concentración (si
algo lo distrae pierde el hilo de sus rezos), hasta entrado en la adultez
prestó un poco de atención a la iglesia (desconoce varias cosas), es algo
inocente, diría que él no deseó acusar a su esposa de brujería sólo fue un mal
entendido.
Según mi análisis, considero que las
chicas se reunieron para beber, pedir, y experimentar otra cosmovisión diferente
a la que les impusieron sus familiares, la sociedad. Sin embargo para muchas
personas de aquellos años marcados por el oscurantismo, de hecho, todos los
ritos que no fueran practicados en o por la iglesia eran considerados actos de brujería,
del demonio.
Tituba intuye hacia donde se dirigen
los acontecimientos, sabe que la única forma de salvar el pellejo es confesar a
modo, arrepentirse y señalar a mujeres que, quizá, vio mientras estaba en
trance o sólo las menciono para librarse. Hay que tener en cuenta que cuando la
supervivencia se encuentra en juego, el motor que nos impulsa, las personas
somos capaces de señalar a alguien más con tal de sobrevivir.
Con respecto al miedo que supura Mary, a
propósito, tengo dos suposiciones; primera, que Abigail realmente tiene poderes
que escapan al entendimiento, a la racionalidad, por ende, generen tal miedo en
su amiga de bailes; segunda, que Mary
sepa que su “amiga” es capaz de todo con tal de cumplir lo que se propone, por
ejemplo, cumplir su amenaza y asesinarla.
Las palabras de Proctor se refieren al
hecho de que, por cierto, muchas personas hablan y se comportan de manera
artificial, mentirosa, con mascaras en el día a día, no obstante, en
determinadas circunstancias dejan ver lo qué en realidad son, su estado más
puro, más autentico, lleno de rencor, de odio, de racismo, de venganza, de
clasismo. En ciertas circunstancias las personas muestran su lado oscuro, su
lado más vil.
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