miércoles, 13 de junio de 2018

Primera sesión de Las brujas de Salem


En primer lugar, todos guardamos rencores porque nuestra mente retiene más los sucesos negativos que los positivos, en segundo lugar, porque, en muchas ocasiones, somos incapaces de expresar lo que sentimos, de darle vuelta a la página, en tercer lugar, para que en un futuro nos la cobremos (si hasta los que hablan de espiritualidad tienen su lado obscuro).
Ahora, siendo que las personas somos más emocionales que racionales, por cierto, existen un buen número de acontecimientos que nos harán guardar, muy seguramente, rencor: que alguien escuche música muy fuerte, que alguien se estacione en la banqueta, que alguien nos haya ofendido, que alguien no respete nuestro espacio, que alguien nos haya traicionado, etc.
Asimismo, el que dicho sentimiento tome un tinte positivo o negativo se deberá a lo que la persona en cuestión decida hacer con él. Por ejemplo, alguien lo puede utilizar como combustible para ejercitarse, mientras que otra persona puede estar planeando vengarse.

Creo que el hecho de considerar a la mentira como algo malo, ante todo, va a depender de la ética propia, del sesgo que se tenga, de la forma de pensar, el contexto en el que se dé. Así, habrá quien mienta por la empatía que siente hacia la otra persona, habrá quien mienta para proteger a alguien, habrá quien mienta para no lastimar a alguien cuando se encuentre en un momento de vulnerabilidad, habrá quien mienta para beneficiarse, habrá quien mienta para librarse de un castigo, etc. Ahora bien, tal vez en un mundo ideal, utópico, la honestidad tendría que ser la moneda de cambio, la política idónea, sin embargo, hay que ser muy sinceros, ésta no se lleva muy bien con animales emocionales/imperfectos como nosotros.

Claro que me han contado varios rumores y chismes, no obstante, siempre suelo cuestionar la fuente y el contexto, ya que, por lo general, lo que se busca con ellos es dañar la reputación de alguien o el clickbait para ganar dinero.
Ahora, los rumores son tan poderosos y muy difícilmente se les puede parar, de hecho, porque las personas los amplifican y se los creen. Si éstas tuvieran un grado de escepticismo, en efecto, la cosa no crecería exponencialmente.

La razón por la que nos gusta que las personas vean nuestra vida a través de las redes sociales, es porque en ellas plasmamos una versión ideal de nosotros, una versión trucada. En ellas nos podemos mostrar cultos, guapos, populares, interesantes, exitosos. En ellas podemos obtener reforzadores positivos, fama, dinero, pareja, reconocimiento social, likes.
Vale la pena decir  que este fenómeno no es algo  nuevo pues ya se podía observar en la televisión, en el cine, en las revistas, hace algunos años, sin embargo sólo estaba disponible para unos pocos, pero las redes sociales se lo acercaron a la persona común.

Por razón de que hasta la fecha no he presenciado el estado puro de la magia ni visto seres extraordinarios, considero que lo anterior sólo puede existir en la “realidad” creada por las historias. No obstante, acepto que me encantaría que lo anterior cobrará vida en el mundo tangible.



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