La
inteligencia que poseemos como especie nos ha permitido moldear nuestro entorno
y desarrollar diferentes actividades en beneficio nuestro, no obstante también
tiene consecuencias. Una de ellas es que la rutina llevada al extremo nos
harta, tarde o temprano, ya que necesitamos ampliar nuestros horizontes,
explorar. Necesitamos movernos física e intelectualmente. Así como comemos para
nutrir a nuestro cuerpo, por cierto, necesitamos de experiencias, ideas, para
nutrir nuestro ser/inteligencia. Así
pues, aunque llevemos una vida regular, cómoda, agradable, llegará el día en el
que todo aquel mundo-burbuja se romperá y despertaremos en la insatisfacción,
en el tedio, y necesitaremos cambiar.
Pero, no
todo depende del individuo para alcanzar una vida buena y agradable pues
existen factores externos que son importantes para alcanzar dicho objetivo. Por
ejemplo, si vives en un país en el que a diario hay ejecutados, desapariciones, impunidad,
injusticia, crimen, etc., sin lugar a dudas, esto influirá en tu calidad de
vida. O, al menos que tengas el síndrome del avestruz, es decir, que ante la problemática
social decidas no ver y aislarte.
Tengo una
teoría con respecto a la atribución de características positivas y negativas a
determinada población. Considero que si en determinada población algunos
individuos se comportan “negativamente”, a propósito, es casi seguro que se les
atribuirán esos mismos comportamientos a los demás miembros del grupo, arbitrariamente.
Por lo contrario, cuando una persona se comporta “positivamente”, las características
positivas se individualizan, es decir, no se aplican a los demás miembros del
grupo. De ahí, precisamente, comienzan a surgir los estereotipos.
Ahora
bien, los estereotipos como construcciones fragmentadas y estáticas no permiten
ver cómo son realmente las personas, ya que meten a todos en un molde
inmaleable. Así, la imagen del burócrata flojo con un trabajo aburrido es un
tanto imprecisa, incierta, pues, muy seguramente, debe de haber individuos que
rompan el molde.
Puedo
decir que soy un hombre que se rige-o que trata- por la ética, por ciertas
ideas, pensamientos, filosofías, y que,
por consiguiente, desprecia el nepotismo. El nepotismo debe se mal visto porque
“pone” en sitios a personas que no deberían estar allí, que sólo han logrado
posicionarse porque su esposo es el director, porque su mamá es la regidora,
porque su familia tiene influencias, más que por tener potencial. ¿Cuántas veces
hemos visto a personas que ni tienen idea de lo que hacen, que no están
capacitadas?
La
felicidad debe ser responsabilidad de uno mismo porque, imagínense, si apenas y
podemos cargar con nuestra infelicidad, que te carguen la dicha de otra persona
es, por cierto, casi imposible. Lo que puede ayudar, de hecho, es tener a una
mujer que sea un complemento, una compañera de vida, alguien con quien
compartir cosas en común y experiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario