jueves, 16 de febrero de 2017

Segunda sesión de La muerte de Iván Ilich





Lo terrible de llevar una vida sencilla y ordinaria, en el fondo, radica en no hacer cosas diferentes, que la sociedad no apruebe,  que nos reten. Llevar una vida sencilla y ordinaria nos vuelve seres predecibles. Si bien en nuestra vida necesitamos un poco de rutina para calmar los síntomas que produce la incertidumbre, también es cierto que necesitamos salir de ella, de vez en cuando, para sentirnos “vivos”, retados,  con mucha mayor vitalidad. Y, nuestro personaje siempre está ansiando volver a la calma lo antes posible, que los pequeños cambios se conviertan en rutina.

La asignación de puestos y sueldos en la historia me parece deleznable, ya que dichos puestos no cumplen ninguna función (son inútiles) que apoye a la población, la cual, por cierto, paga. Y, aunque estemos hablando de 1880, la situación sigue muy actual, por lo menos en nuestro país, en donde funcionarios crean plazas a modo para sus familiares y, de hecho, les atribuyen sueldos jugosos, bonos y prestaciones de ensueño, todo a costa de los impuestos de los ciudadanos, claro, verdad.

Iván Ilich se casó no porque estuviera enamorado, sino que lo hizo por dos razones: primero, porque le producía placer casarse con semejante mujer (inteligente, seductora, brillante), segundo, porque la alta sociedad veía con agrado tal unión. Por lo contrario, ella si se casó porque estaba enamorada de él, como se puede leer en la página 21.
Ahora bien, en un inicio la relación marchaba bien, besos, caricias, felicidad, alegría, parecía que se entendían, pero empezaron los reproches, la irritabilidad, las exigencias, el mal humor, lo que origino que poco a poco se distanciaran, por cierto, al año de relación. Con el paso del tiempo, vale la pena decir, Iván prefería trabajar en el servicio a quedarse solo con su esposa.
Asimismo, da la impresión que la madre muestra más interés por relacionarse con sus hijos, mientras que para Iván, de hecho, no es importante, ya que prefiere estar fuera de su hogar el mayor tiempo posible.

La razón por la qué Prascovia Feodorova suelta una frase en francés, a propósito, repentinamente, siendo que el idioma oficial es el ruso, tiene que ver con que el francés era el idioma predominante en la aristocracia rusa, y siendo que ella pertenecía a una familia buena y noble –se consideraba aristócrata-, es entendible que lo hablara.

Para una persona con un trastorno obsesivo funcional, es muy importante controlar lo que sucede en su hogar, en su trabajo, en un proyecto, porque es una manera de tomar el control de su vida, inconscientemente. Se vuelve tan importante que las cosas permanezcan en su lugar asignado que, de hecho, si alguien ensucia o mueve alguna cosa, para empezar, es como una falta de respeto; lo que produce irritación. O, puede ser que la razón por la que le molestaba las manchas en la alfombra a Iván, tiene que ver con que le invirtió un buen de tiempo, y nada más.

Es importante para el autor hacer hincapié en la ocasión en la que nuestro personaje se lastimo porque, muy seguramente, o quizá, fue allí en donde su enfermedad se empezó a gestar. Porque hay casos en donde todo comienza con un golpe al que no le dan mayor importancia, el cual genera una reacción lenta pero letal.

Primero, Iván vive el inicio de su enfermedad con enojo, irritación; segundo, comienza a ver esperanza en los diferentes tratamientos médicos y homeopáticos; tercero, se empieza a sentir triste y abatido porque intuye que va a morir.
Ahora, los médicos tratan a Iván con la misma indiferencia con la que él trataba a las personas que atendía en el servicio.






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