sábado, 6 de junio de 2015

Tercera Sesión Como agua para chocolate



Más que hablarnos del matrimonio en sí, creo que la escritora, su intención es, retratar y cuestionar a la vez, cómo las personas seguían y siguen aplicando el uso de costumbres sin reflexionar sobre ellas, aceptándolas como inamovibles, sólo porque hasta la fecha se han venido realizando de esa manera, cual si fueran verdades absolutas. No existen verdades absolutas, al menos en el mundo del conocimiento. No acaso Tita decide ser infeliz porque prefiriere seguir con la costumbre de respetar las decisiones de una idealizada madre. Pedro quien dice amar a Tita, a caso no prefirió seguir con la decisión de mamá Elena, en lugar de cuestionar tan descabellada costumbre. Y así, varios de los personajes dejan decisiones propias en manos de otros. El matrimonio visto como una transacción en donde ambas partes se benefician, da estatus, felicidad, aleja a la soledad, es sólo un reflejo de algo más profundo de la sociedad mexicana. 

Mamá Elena sufre del síndrome de si me jodieron la vida a mí, yo se las joderé a todos. Le molesta ver que otras mujeres puedan tener el amor que a ella le fue negado. 

Como lo han venido mencionando antes algunos de los camaradas, considero que Tita está en un punto medio. Pues por un lado no se puede, o no quiere, dejar a un lado lo que su madre y la sociedad le han inculcado; y por el otro, no se anima a tomar las riendas de su vida, sin importar en qué dirán.

Sin duda la que me cayó mejor fue Gertrudis, ya que rompió muchas de los conceptos que se tenían y tienen sobre la mujer. Digo tienen, porque, aunque parezca que nuestra sociedad ha avanzado, aún sigue siendo una sociedad conservadora y mojigata.

Tita elige a Pedro en lugar de John porque desde su adolescencia lo había amado, pero como era la hija más pequeña se tenía que quedar a cuidar a su madre. Así, el tener una pareja sentimental le estaba vetado. Por consiguiente, dentro de su mente se fue programando para no amar a nadie más, al mismo tiempo que idealizaba al único amor que le era conocido, Pedro. Porque seamos honestos, John era mejor persona que Pedro. O, tal vez si haya un amor único para cada persona, y cuando se encuentran, nada más importa.

A mí me gustan los finales que se apartan del vivieron felices para siempre, se me hace artificial, porque sabemos que la vida es más complicada y que toma distintas variables. De ahí entonces que el final me pareció adecuado para dos personas que han estado en contacto con la tragedia.

En el fondo Tita sabía que ya no iba a poder soportar otra crisis amorosa, vivencial y existencial. No tenía más motivación en la vida, pues había quemado todos los cerillos que le correspondían. Además, creo, esta vez no se iba a separar de su amado. Y como su fuego se estaba apagando, decidió reavivarlo  con el rancho y con su cuerpo.


Como agua para chocolate.

Desde hace algún tiempo supe de la existencia del libro, que posteriormente adaptaron a película. Recuerdo que incluso la transmitieron por le canal 11 o 22 de la televisión pública. Pero, la verdad no había sentido curiosidad-interés por llevar a cabo alguna de las dos acciones.

Tengo la firme creencia de que algunos de los libros y/o películas llegan en el momento exacto. No antes ni después. Ese fue el caso de Como agua para chocolate.

La historia que se nos presenta en el libro, es maravillosamente exquisita, tanto por el contenido literario como por las recetas y su preparación. Se nos muestra un mundo espectacular, circundado por emociones, experiencias, amor-odio, tristeza-alegría y, desde luego, comida.

Así pues, uno puede sentir la excitación, el calor, al probar la codorniz bañada en infusión de rosas; siente al cuerpo arder como Gertrudis, al pensar en el deseo carnal. También puede sentir la añoranza de aquel amor que pudo ser y no fue, tal vez, porque no tuvimos el valor para declarar nuestros sentimientos; y todo por un pastel que contiene lagrimas de Tita.

Casi al final del texto, nos enteramos que por fin Tita y Pedro se podrán amar sin importarles el qué dirán de la sociedad mojigata. Lo hacen. Y, por consiguiente, todos los cerillos que poseían, se encienden, mostrándoles un lugar, un túnel que los llevará a un sitio que está más allá de lo tangible, un lugar lleno de luz, en donde se amarán, la muerte chiquita, dicen.

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