Más que hablarnos del
matrimonio en sí, creo que la escritora, su intención es, retratar y cuestionar
a la vez, cómo las personas seguían y siguen aplicando el uso de costumbres sin
reflexionar sobre ellas, aceptándolas como inamovibles, sólo porque hasta la
fecha se han venido realizando de esa manera, cual si fueran verdades absolutas.
No existen verdades absolutas, al menos en el mundo del conocimiento. No acaso
Tita decide ser infeliz porque prefiriere seguir con la costumbre de respetar las
decisiones de una idealizada madre. Pedro quien dice amar a Tita, a caso no prefirió
seguir con la decisión de mamá Elena, en lugar de cuestionar tan descabellada costumbre.
Y así, varios de los personajes dejan decisiones propias en manos de otros. El
matrimonio visto como una transacción en donde ambas partes se benefician, da
estatus, felicidad, aleja a la soledad, es sólo un reflejo de algo más profundo
de la sociedad mexicana.
Mamá Elena sufre del síndrome
de si me jodieron la vida a mí, yo se las joderé a todos. Le molesta ver que
otras mujeres puedan tener el amor que a ella le fue negado.
Como lo han venido
mencionando antes algunos de los camaradas, considero que Tita está en un punto
medio. Pues por un lado no se puede, o no quiere, dejar a un lado lo que su
madre y la sociedad le han inculcado; y por el otro, no se anima a tomar las
riendas de su vida, sin importar en qué dirán.
Sin duda la que me cayó
mejor fue Gertrudis, ya que rompió muchas de los conceptos que se tenían y
tienen sobre la mujer. Digo tienen, porque, aunque parezca que nuestra sociedad
ha avanzado, aún sigue siendo una sociedad conservadora y mojigata.
Tita elige a Pedro en lugar
de John porque desde su adolescencia lo había amado, pero como era la hija más
pequeña se tenía que quedar a cuidar a su madre. Así, el tener una pareja
sentimental le estaba vetado. Por consiguiente, dentro de su mente se fue
programando para no amar a nadie más, al mismo tiempo que idealizaba al único amor
que le era conocido, Pedro. Porque seamos honestos, John era mejor persona que
Pedro. O, tal vez si haya un amor único para cada persona, y cuando se
encuentran, nada más importa.
A mí me gustan los finales
que se apartan del vivieron felices para siempre, se me hace artificial, porque
sabemos que la vida es más complicada y que toma distintas variables. De ahí
entonces que el final me pareció adecuado para dos personas que han estado en
contacto con la tragedia.
En el fondo Tita sabía que
ya no iba a poder soportar otra crisis amorosa, vivencial y existencial. No
tenía más motivación en la vida, pues había quemado todos los cerillos que le correspondían.
Además, creo, esta vez no se iba a separar de su amado. Y como su fuego se
estaba apagando, decidió reavivarlo con
el rancho y con su cuerpo.
Como agua para chocolate.
Desde hace algún tiempo supe
de la existencia del libro, que posteriormente adaptaron a película. Recuerdo
que incluso la transmitieron por le canal 11 o 22 de la televisión pública.
Pero, la verdad no había sentido curiosidad-interés por llevar a cabo alguna de
las dos acciones.
Tengo la firme creencia de
que algunos de los libros y/o películas llegan en el momento exacto. No antes
ni después. Ese fue el caso de Como agua
para chocolate.
La historia que se nos
presenta en el libro, es maravillosamente exquisita, tanto por el contenido
literario como por las recetas y su preparación. Se nos muestra un mundo
espectacular, circundado por emociones, experiencias, amor-odio,
tristeza-alegría y, desde luego, comida.
Así pues, uno puede sentir
la excitación, el calor, al probar la codorniz bañada en infusión de rosas;
siente al cuerpo arder como Gertrudis, al pensar en el deseo carnal. También
puede sentir la añoranza de aquel amor que pudo ser y no fue, tal vez, porque
no tuvimos el valor para declarar nuestros sentimientos; y todo por un pastel
que contiene lagrimas de Tita.
Casi al final del texto, nos
enteramos que por fin Tita y Pedro se podrán amar sin importarles el qué dirán
de la sociedad mojigata. Lo hacen. Y, por consiguiente, todos los cerillos que
poseían, se encienden, mostrándoles un lugar, un túnel que los llevará a un
sitio que está más allá de lo tangible, un lugar lleno de luz, en donde se
amarán, la muerte chiquita, dicen.
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