domingo, 25 de enero de 2015

Segunda Sesión La máquina del tiempo







Antes de realizar algo, es necesario comprender lo que hay alrededor de ese algo. Así, antes de poder viajar en el tiempo y visitar las diferentes épocas, es necesario comprender  que es el tiempo.

La mayoría de las personas asumimos que vivimos en un mundo tridimensional, es decir, podemos ir a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo. Pero somos incapaces de visualizar una dimensión superior, la cuarta, porque requiere un salto de la lógica que nuestro cerebro no comprende. Lo cierto es que vivimos en un mundo cuatridimensional, tres dimensiones de espacio y una de tiempo. Ahora, como el tiempo es una dimensión más, en teoría, los viajes en el tiempo son factibles.

Es difícil imaginar cómo serán los seres humanos dentro 800, 686 años. Me cuesta imaginar la forma de nuestros predecesores.  Tal vez, lo más lógico es imaginárselos sin masa muscular, con grandes cabezas y comunicándose telepáticamente, ya que han alcanzado un grado de inteligencia y tecnología superior, que no alcanzamos a comprender. Sin embargo, la lógica también tiene fallas. Además, la visión que construimos sobre el futuro está muy ligada con lo que podemos apreciar en nuestra época, por tanto, no podemos ver el factor novedad. ¿Que novedades traerá el futuro, que harán cambiar el curso de nuestra evolución? Quien sabe, porque aún no existen, y por tanto, no las podemos visualizar.

Se dice que los dinosaurios poblaron la Tierra durante unos 160 millones de años, tiempo que nos resulta difícil de visualizar. Partiendo de esta cifra, no parece tan descabellado imaginar que los humanos lograremos sobrevivir tanto tiempo. Ahora, tal vez no lo hagamos en la tierra, pues el calentamiento global y lo que conlleva, nos plantea un problema muy serio a futuro. No obstante, puede ser que para aquel entonces hayamos descubierto una manera de dejar nuestro hogar, y nos lancemos a poblar otros mundos, que en un universo tan grande, debe haber varios capaces de sustentar la vida.

La inteligencia humana es una creación maravillosa, pero es un error evolutivo. Es un error porque ponemos en peligro a la gran diversidad de especies y al planeta. Mientras más inteligentes llegamos a ser, más peligrosos somos para el entorno y los demás seres vivos con inteligencia menos avanzada.

La inteligencia humana nos aleja mucho con respecto a otras especies. Esto ha generado que nos alejemos de la naturaleza, utilizándola como herramienta para satisfacer nuestros intereses, muchas veces innecesarios. El abismo que hay entre nuestra inteligencia con los demás animales nos hace sentir que somos especiales, los elegidos de un dios (inexistente), y por ello creemos que tenemos derecho a devastar al planeta.

Una vez que los seres humanos hemos satisfecho nuestras necesidades básicas todo lo demás es accesorio, es lujo y exceso. El desarrollo trae como consecuencia la destrucción de recursos y hábitats de otros animales, aunque nos lo vendan como sustentable. 

El “equilibrio” que alcanzaron burgueses y obreros no me parece ideal. Por un lado tenemos a los obreros desterrados y obligados a vivir bajo tierra, en condiciones difíciles, mientras que los burgueses se dedicaron al hedonismo. Esto generó que  la especie humana se dividiera en dos, Morlocks y Eloi. Pero con el paso del tiempo la relación opresor-oprimido cambio. Y, los Morlocks, antes oprimidos, pasaron a ser los opresores.

Me parece que lo anterior es una crítica hacia las personas que son las causantes de la desigualdad en la sociedad. Son ellas las que quieren que las cosas no cambien, que sus beneficios y poder se sigan incrementando. Quieren seguir teniendo mano de obra barata para generar grandes ganancias. Estoy hablando del 1% de la población, que en el 2016 acumulara la mitad de la riqueza global.


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