domingo, 7 de diciembre de 2014

Primera Sesión El principito




Cuando era niño, la verdad, es que no era un lector asiduo por placer, sino que por obligación escolar. En la escuela nos dejaban leer un libro y, posteriormente, hacer una síntesis, resumen o paráfrasis, la mayoría lo hacíamos porque influía en nuestras calificaciones de la materia de español. No tengo recuerdos de niños con libros, o de alguien cercano (niño) que leyera por placer. Muy seguramente los debería de haber por ahí. No obstante, los libros siempre estuvieron presentes en mi vida, de una forma u otra. Me esperaron agazapados durante una parte de mi vida, hasta que hice contacto con ellos, y ya no me pude desprender de sus historias. Se volvieron, sin más, parte de mi vida, de mi mundo. Entonces supe que, inevitablemente, nuestros mundos estaban destinados a encontrarse.

Por el contrario, considero que los libros infantiles nos pueden enseñar muchas cosas a los adultos, o simplemente recordárnoslas. Pues, vivimos en un ritmo de vida tan acelerado y estresado,  que llegamos a olvidarnos de ciertas cosas que hay en el mundo, esenciales para los seres humanos. 

Ahora mismo estoy leyendo un libro de mi sobrina, se llama Cuentos por teléfono de Gianni Rodari. Y no me siento mal por leer un libro dirigido a niñas y niños, por el contrario, siempre he pensado que de todo libro se puede aprender. Lo que pasa, es que en ocasiones, se tiene la idea de que entre más complicado y abstracto es un libro, es mejor. No necesariamente es así.

Hace algunos años leí por primera vez El principito. Aún tengo algunos recuerdos de este libro, aunque no lo recuerdo del todo. Sin embargo, se dice que los libros van cambiando de acuerdo a la época de nuestra vida por la que estemos atravesando. Así que será muy interesante reencontrarme y reinterpretar este libro.

Considero que todas las etapas de la vida tienen sus cosas buenas y malas. No conozco a alguien que  haya pasado toda su vida feliz y riendo, o llorando y sufriendo,  porque la vida tiene sus dificultades pero también sus alegrías. En ocasiones las personas consideran que hay alguna etapa mejor, me parece, porque la asocian con recuerdos y experiencias buenas. Entonces,  miran al pasado con nostalgia, y se olvidan de lo bueno que tiene crecer.

En muchas ocasiones se piensa que la mejor etapa de la vida es la niñez, creo, porque la asocian a un número de circunstancias positivas, y por el contrario, se suele asociar a la edad adulta con muchas responsabilidades y demás cosas negativas. Estoy en total desacuerdo con ambas afirmaciones. Pues he llegado a conocer  a niños y niñas que desde su infancia tuvieron que trabajar, cuidar a sus hermanitos, crecieron sin padres, vivieron en ambientes violentos. Tuvieron que asumir muchas responsabilidades desde pequeños, y por ello, maduraron más rápido. Sin embargo, a pesar de haber tenido una infancia dura y difícil, no se han amargado.


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