Cuando era niño, la verdad,
es que no era un lector asiduo por placer, sino que por obligación escolar. En
la escuela nos dejaban leer un libro y, posteriormente, hacer una síntesis,
resumen o paráfrasis, la mayoría lo hacíamos porque influía en nuestras
calificaciones de la materia de español. No tengo recuerdos de niños con
libros, o de alguien cercano (niño) que leyera por placer. Muy seguramente los
debería de haber por ahí. No obstante, los libros siempre estuvieron presentes
en mi vida, de una forma u otra. Me esperaron agazapados durante una parte de
mi vida, hasta que hice contacto con ellos, y ya no me pude desprender de sus
historias. Se volvieron, sin más, parte de mi vida, de mi mundo. Entonces supe
que, inevitablemente, nuestros mundos estaban destinados a encontrarse.
Por el contrario, considero
que los libros infantiles nos pueden enseñar muchas cosas a los adultos, o
simplemente recordárnoslas. Pues, vivimos en un ritmo de vida tan acelerado y
estresado, que llegamos a olvidarnos de
ciertas cosas que hay en el mundo, esenciales para los seres humanos.
Ahora mismo estoy leyendo
un libro de mi sobrina, se llama Cuentos por teléfono de Gianni Rodari. Y no me
siento mal por leer un libro dirigido a niñas y niños, por el contrario,
siempre he pensado que de todo libro se puede aprender. Lo que pasa, es que en
ocasiones, se tiene la idea de que entre más complicado y abstracto es un libro,
es mejor. No necesariamente es así.
Hace algunos años leí por
primera vez El principito. Aún tengo
algunos recuerdos de este libro, aunque no lo recuerdo del todo. Sin embargo,
se dice que los libros van cambiando de acuerdo a la época de nuestra vida por
la que estemos atravesando. Así que será muy interesante reencontrarme y
reinterpretar este libro.
Considero que todas las
etapas de la vida tienen sus cosas buenas y malas. No conozco a alguien que haya pasado toda su vida feliz y riendo, o
llorando y sufriendo, porque la vida
tiene sus dificultades pero también sus alegrías. En ocasiones las personas
consideran que hay alguna etapa mejor, me parece, porque la asocian con recuerdos
y experiencias buenas. Entonces, miran
al pasado con nostalgia, y se olvidan de lo bueno que tiene crecer.
En muchas ocasiones se
piensa que la mejor etapa de la vida es la niñez, creo, porque la asocian a un número
de circunstancias positivas, y por el contrario, se suele asociar a la edad
adulta con muchas responsabilidades y demás cosas negativas. Estoy en total
desacuerdo con ambas afirmaciones. Pues he llegado a conocer a niños y niñas que desde su infancia tuvieron
que trabajar, cuidar a sus hermanitos, crecieron sin padres, vivieron en
ambientes violentos. Tuvieron que asumir muchas responsabilidades desde
pequeños, y por ello, maduraron más rápido. Sin embargo, a pesar de haber
tenido una infancia dura y difícil, no se han amargado.
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