viernes, 16 de agosto de 2019

Primera sesión de Doce hombres sin piedad




Con respecto a que si aceptaría  ser jurado, por cierto, si dicho sistema se implementara en nuestro país, la verdad es que no. No porque tenga una discusión interna sobre la moral, sobre si alguien merece vivir o morir, si alguien es culpable o inocente. Lo que se agolpa en mi mente es el hecho de que la impartición de justicia en nuestro país está podrida.

Considero que para las personas profundamente religiosas o que tratan de alcanzar niveles más altos de consciencia, de luz, es posible que crean que existan personas capaces de no juzgar a los demás. No obstante, si analizamos profundamente, críticamente, concienzudamente,  el comportamiento y el actuar de los humanos, muy seguramente, descubriremos que dichas afirmaciones se caen porque, indiscutiblemente, todos juzgamos en mayor o menor medida.

Si bien se suele decir que en el fondo cada palabra representa un concepto único, que no hay realmente sinónimos, haciendo búsquedas, pesquisas, en diccionarios, internet, juicio te remite a opinión y viceversa. En conclusión tener un juicio o una opinión sobre una persona, para efectos prácticos, es lo mismo. O, a menos que se crea que un juicio parte siempre parte de la “razón”, de tener argumentos sólidos, y, por el otro lado, una opinión parte de la subjetividad.

Hay que destacar que tener una opinión diferente a la de los demás, a la de la mayoría, en determinadas circunstancias, de hecho, es difícil y peligrosa; primero, porque somos seres sociables que interactúan con los demás, es decir que necesitamos sentirnos parte del grupo, y al pensar diferente se nos excluye (violencia pasiva); segundo, porque la reacción de los demás puede ser visceral, fanática, arcaica, violenta.

Una de las cosas por las cuales me gusta y me mantengo en el Aleph es porque me acerca, me muestra, lecturas, textos que no están en mi radar.
Con lo anterior, básicamente, quiero decir que no conozco alguna adaptación del texto.

Es diferente leer una novela a un guion, principalmente, por cómo está estructurado, escrito, con diálogos entre los distintos personajes, descripciones de los actos, menos reflexión de los personajes, su duración, pero nada que  impida adentrarse en su lectura o la dificulte.
Asimismo, si no mal recuerdo en este espacio hemos leído dos obras teatrales de Shakespeare.

Es probable que la última pregunta de la sesión esté planteada de tal manera que nos inclinemos por la segunda opción, ya que tienen prestigio, pero eso no los excluye de tener prejuicios, sesgos, errores, como hay muchos ejemplos. Ahora, quien nos puede garantizar que las personas elegidas al azar sean menos “objetivas”. Al hacer nuestra elección, quizá, los prejuicios inclinen la balanza.






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