En el texto
(En defensa de la envidia) podemos encontrar a muy distintos personajes de la
cultura, el arte, la política, el cine, el espectáculo, etc., como Pedro
Armendáriz, Porfirio Díaz, Marcel
Proust, Lope de Vega, Cervantes, Don
Benito, Maximiliano y Carlota, Xavier Villaurrutia, Duchamp, Tongolele, Aquiles Serdán, Pita Amor, García Lorca,
Dolores del Rio, Chaplin, Ronald Reagan,
hay que resaltar, de los que reconocí.
Ahora, si
bien en la lectura hay una gran cantidad de personajes que interactúan
esporádicamente o circunstancialmente,
el hecho de no ubicarlos o conocerlos, por cierto, no impedirá que uno
disfrute de la historia, pues se encuentran en un segundo plano de la idea
central, no obstante si amplían la visión de lo que se trata de plasmar.
De hecho, a
mí me cuesta mucho, en ocasiones, recordar los nombres de algunos personajes de
los diferentes libros que he leído, pero la idea central, el núcleo, se queda
enraizado en mi mente y puedo recurrir a él en cuestión de segundos.
La serie de
historias, chismes si así se quiere ver, se pudieron reconstruir, cual retazos
de tela, gracias a la correspondencia que Uriel Eduardo Alatriste lego a su
sobrino, y que a su vez éste nos da a leer, a interpretar, a conocer. Así pues, en primera instancia es el sobrino
quien nos introduce en la lectura, después es el abuelo quien nos narra.
Una
historia, una foto, un vídeo, una declaración, una opinión, mientras más se aleje de la fuente original
es más imprecisa, ya que a medida que se
aleja, cual imán que atrae metal, se le van sumando o quitando pequeñas cosas
que la transforman.
La verdad
es que no había reparado en cómo la historia había representado a los hombres,
hasta que leí la pregunta que toca tales asuntos, y quizá se deba a la
percepción que me he formado actualmente, de ver y entender que hay cosas,
comportamientos, que no son exclusivos de alguien en particular, sino que
compartimos los humanos, como el gusto por el chisme.
En la obra,
según he podido analizar, la envidia va acompañada del orgullo y la ira. Todo
comienza cuando una persona con un exceso de estima hacia su persona, sus
méritos, sus logros, descubre que un
simple mortal tiene algo que por derecho
propio él debería tener, pero no lo tiene, lo que lo llena de un enfado capaz de destruir.
Con
respecto a lo que se refiere Novo, podría ser que al salir en defensa de la
envidia, trate de reconocer que ésta es común entre nosotros, que los humanos
somos seres falibles, con vicios, imperfectos, lejos de la omnipotencia y omnisciencia,
aún en el ambiente que persigue lo más “elevado”.
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