Siendo una persona que disfruta del humor –preferentemente acido, negro-
por supuesto que el género de la sátira se encuentra dentro del contenido que
consumo, ya sea en forma de ilustraciones hechas por moneros como Rius, en
memes, películas, en textos literarios como Rebelión en la granja de Orwell o
Corazón de perro de Bulgákov, los cuales por cierto leímos en el Aleph.
La razón por la que nos reímos de ciertas situaciones, cosas que nos
indignan, temas delicados, tiene que ver con la necesidad de liberar, cual olla
exprés, aquello que nos produce un
estado mental de constante tensión, estrés. Además, reírnos nos permite, inconscientemente, trasmutar lo “malo” en algo más placentero. Reírnos
nos permite, de cierta forma, seguir
adelante ante la brutalidad de la cotidianeidad.
Sin duda que hay personas que están más predispuestas a disfrutar la
sátira, aquellas que no se ofenden tan fácilmente, aquellas que no se desgarran
las vestiduras ante la brutalidad de la vida, aquellas que con el tercer ojo
producto del conocimiento y del raciocinio pueden ver entre líneas, ver más allá,
aquellas que entienden que el mundo no es dicotómico sino una paleta de
colores, aquellas que entienden que no sólo el enojo puede llevar a la acción.
Creo que el hecho de que haya temas prohibidos para reírse, más que algo
establecido, va a depender de la persona
en cuestión, de su personalidad, de su salud mental, de su cosmovisión, de su ética,
etcétera. Así, habrá quienes se rían de la desgracia de otros, de asesinatos,
de violaciones, del odio, mientras que otros seremos más selectivos, pensaremos
antes de actuar.
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