martes, 10 de octubre de 2017

IDENTIDAD



No dejes que mis años, mi ceguera
que avanza, mis arrugas o mi máscara
formada con pedazos
de mi semblante antiguo, te impresionen.
Aunque ciñan mis dedos ademanes
entrenados apenas
en el niño irrumpir de mi vejez,
aunque corra a romper mi acta de nacimiento
y escupa letra a letra mi nombre y apellido,
sigo siendo el de siempre.
Déjale a mi caricia libre tránsito.
Llévame a recorrer lo recorrido
y saborear el vino del presente
en odres del pasado.
Sé la brújula tierna de mi guía.
No hagas que la palabra prohibición
monte guardia en ninguna de las partes
que conforman tu cuerpo.
Medita ¿no recuerdas, mujer, cuando
confundimos los puntos suspensivos
que vinieron un día hacia nosotros,
con el punto final irremediable
-dada la redundante afirmación
con que una y otra vez se presentaban?
Mi identidad se encuentra
en la sabiduría con que puede
mi tacto andar a ciegas en el mundo
y poner el manojo de huellas digitales
que cargo entre las manos
nuevamente a tus pies, amiga mía.

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