En la novela El baile de Irène Némirovsky, se nos
narran una serie de acontecimientos que se llevan a cabo para organizar un
baile, que tiene como fin presentar a la familia Kampf en sociedad, en especial
a la Sra. Kampf. La señora Kampf siempre ha anhelado pertenecer a la burguesía,
para que de una vez por todas deje de sufrir y disfrute de sus mejores años, dándose
una vida placentera.
La historia cuenta con tres
personajes, el señor Alfred Kampf, la señora Rosine Kampf y Antoinette, pero
son los dos últimos los de mayor relevancia, ya que en ellos se centra una
lucha que le da cuerpo a la historia. Dentro de la lucha constante que
mantienen ambas, se centran historias de vida que marcaron a cada una. Por un lado
tenemos a la señora Kampf que siente que su vida pasa frente a ella y que no la
ha disfrutado por tener que estar en sucio agujero zurciendo calcetines. Y, por
el otro, tenemos a una joven que en su corta vida no se ha sentido querida por
su madre, es más, con el tiempo ha llegado a ver a su madre como un ser
desconocido y sin importancia para ella.
Rosine llega a ser cruel y tiránica
con su hija, constantemente la crítica, la insulta y la limita a ser una
persona que obedece órdenes más que a ser una joven pensante. Esto porque según ella,
quiere que su hija sea una joven inteligente, más refinada y sobre todo más
educada.
Conforme pasa el tiempo, las
personas vamos almacenando una serie de recuerdos tanto buenos como malos. Pero
por alguna razón, los recuerdos malos los recordamos con más vivacidad, éstos
parecieran cobrar vida en los momentos menos esperados, arrebatándonos la
tranquilidad, y sustituyéndola por el odio, la tristeza y el dolor. Es
precisamente lo que le ocurre a Antoinette en algunas ocasiones, en especial cuando
recuerda a su madre gritando por encima de su cabeza, <<esta niña que
está siempre encima de mí>>, <<otra vez me has manchado el vestido
con los zapatos sucios, al rincón, así aprenderás, ¿me has oído?, pequeña
imbécil>><< ¿Quieres que te de un guantazo? ¿Sí?, y la quemazón de
una bofetada. Esto ha generado que madre e hija se vean como rivales.
El señor Alfred Kampf
siempre se ha mantenido al margen de las discusiones de su esposa e hija, y
aunque en algunas ocasiones la ha defendido, no por ello se comporta diferente
a la madre. El padre, lejos de proponer una o varias alternativas para lograr
una sana convivencia entre la familia, sólo se ha mantenido al margen de la problemática,
lo que lo convierte en parte del problema.
Desde el inicio de la novela
nos queda claro que Antoinette es la protagonista de la historia, pues es su “voz”
narrativa la que nos va mostrando vestigios del pasado de sus padres, así como
del propio. También nos va describiendo lo que sucede alrededor del tan ansiado
baile, de los personajes y de su propio sentir.
Cuando la familia Kampf pasó
a ser rica por un golpe de “suerte”, comenzaron a darse una vida de lujos y
placeres antes sólo imaginados. Contrataron a una inglesa para instruir a su
hija, compraron una nueva casa, contrataron más servidumbre y compraron todo
aquello que se viera ostentoso. Una vez comprado esto, sólo les faltaba crearse
una reputación entre la elite francesa. Por ello, tenían que ser refinados y
mostrar cierta educación ante los demás, en especial ante los sirvientes, pues según
Rosine, eran ellos los que creaban reputación yendo de una casa a otra y
contándolo todo.
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