En el caso de que, hipotéticamente,
escribiera una novela de terror en México, la situaría en un viejo palacio, en
una casona, en una hacienda, en donde el paso del tiempo viniera realizando sus
estragos: ventanas sucias y opacas, cortinas roídas, humedad comiéndose las
paredes, ratas, la naturaleza recobrando lo que un día fue de ella, muebles que
fueron insignia de épocas pasadas, pero que ahora resultan absoletos.
Ahora, solamente habría dos personajes
en escena, uno presencial y el otro como recuerdos del primero. La historia narraría
el retorno de Emiliano a la casa familiar, casa que en algún tiempo mostró
ostentación, belleza, alegría, pero que a raíz del suicidio del hermano todo se
fue en picada. Dicho personaje quisiera revivir aquellos tiempos una vez más,
antes de que aquel lugar de paso a un centro comercial.
En mi recorrido por diversos libros,
diversos autores, sin duda que me he topado con frases, fragmentos, de palabras
en otros idiomas, como en el libro “El
seminarista” de Rubem Fonseca, en donde el personaje principal
constantemente suelta frases en latín, por cierto, como una reminiscencia de su
pasado eclesiástico.
Ahora bien, creo que para saber, darnos
una idea, el porqué, el efecto que desean obtener, al utilizar frases en otro
idioma, es importante analizar el contexto en que se da, por ejemplo, en el ya mencionado
caso del asesino Lecter, éste utiliza otro idioma como muestra de que es una
persona culta.
Pues bien, creo que la novela va a tratar sobre el encuentro, la mezcla,
entre la realidad y lo sobrenatural, entre aquello que se puede tocar y lo que
flota en el aire, entre lo que realmente sucede y la imaginación, sobre aquello
que es tan fuerte que es capaz de volver a unirse.
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