domingo, 19 de mayo de 2019

Primera sesión de El libro de cabecera



Con respecto a las listas, por cierto, suelo hacerlas para recordar cosas que debo comprar, tareas por hacer, libros que tengo que leer, para planificar mi día, futuros proyectos.
Ahora, las realizamos porque no nos confiamos al cien por ciento de la memoria, porque somos despistados, para tener un mayor control de las cosas, para planificar.
Y hay de todo tipo, de hecho, listas de los libros más vendidos, canciones que dejaron huella, películas, videojuegos, series, videos más visualizados, personas que hay que asesinar, etc.

Los humanos seguimos teniendo algunos aspectos que se han mantenido iguales a los de nuestros ancestros, seguimos siendo viscerales,   seguimos teniendo algunos comportamientos, seguimos teniendo algunas ideas, creencias, seguimos teniendo los mismos sentimientos, seguimos teniendo el mismo cerebro, etc., no obstante, en la medida en que ciertos factores cambian, como la cultura, el lenguaje, entre otros, las personas también lo harán, tal vez mínimamente, tal vez imperceptiblemente.

Según he podido leer en algunos artículos, en el fondo, la cultura y el lenguaje de cada país influyen en la percepción que se tiene sobre su entorno, sobre la realidad, sobre algunos pensamientos, sobre algunos comportamientos,    por ello es muy probable que dos personas de distintas épocas y culturas y lenguajes se comporten de formas distintas.   

Sin duda que he sentido, muchas veces, curiosidad por conocer otras culturas, formas de percibir las cosas, cosmovisiones, lo que nos hace humanos, por ello es que en mis lecturas me gusta ir incluyendo a escritores de diferentes partes del planeta que me muestren lo anterior, desde Brasil hasta Polonia. Lo que ha derivado en que mi mente, cual bosque diverso, robustezca su visión de las cosas, descubra los pros y los contras de cada una, encuentre las similitudes y las diferencias, descubra los códigos culturales, encuentre las falsas verdades.

En relación a qué pienso de Japón, creo que es un país, como muchos otros, que tiene sus aspectos positivos y negativos, lejos de las proyecciones, de la promoción, de los puntos de vista sesgados, de la idealización que se suele hacer. No obstante, en comparación con nuestro país, sobra decirlo, es un Estado que funciona.      

Lo que la frase (los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo) nos trata de decir es que, siendo que el pensamiento siempre se hace en el lenguaje, pues, a mayor conocimiento de éste a través de la lectura, en teoría, mayor capacidad de razonar, entender ciertos aspectos del mundo. Así, una persona con un leguaje “limitado”, de hecho, tendrá una capacidad de pensar deficiente, un mundo más limitado, pequeño, creerá que es “especial”, que solamente él puede ver la “matrix”, las cadenas.

Es importante escribir nuestras propias ideas porque de esta manera ejercitamos y pulimos  y ampliamos nuestro volumen de pensar, lo que derivara en una mayor capacidad de entender ideas abstractas, de ver, de ampliar nuestros límites, de hacer a un lado en fanatismo.






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